Los besos, caricias y el tormento de satisfacerse sólo con el toque de sus manos, no bastaba. Querían más, deseaban más. En sus corazones lo sabían,no había vuelta atrás. En todo el desenfreno de ese momento, de pronto, se detuvieron, se miraron a los ojos... como esperando una señal de aprobación. Mateo, bajo el cuerpo de Lucas, dejó ver su hermosa sonrisa...
Lucas le respondió de la misma manera, mientras le deslizaba el sierre del pantalón lentamente. Ambos hicieron lo mismo, tratando de que nadie los viera. Bajaron sus pantalones hasta la mitad de sus piernas, ya que el lugar donde estaban no era el más cómodo que digamos, ni tampoco el más romántico para su primera vez. Pero estaban que no daban más, si no lo hacían ahora, morirían por combustión instantánea.
Volvieron a besarse de forma desenfrenada, apretando entre sus manos toda la piel que podían. Lucas arrastró su lengua por el cuello de Mateo hasta llegar a su oreja izquierda, mientras una de sus manos se deslizaba dentro de la ropa interior de su compañero, atrapando entre sus dedos ese húmedo y caliente trozo de carne. Mateo, a duras penas, logró ahogar un largo gruñido en el fondo de su garganta, mientras sus ojos se cerraban sin si quiera proponérselo, debido a la deliciosa sensación que ese toque le provocó.
Cuando Mateo logró respirar, de nuevo una bocanada de aire, repitió en Lucas esa misma acción, deslizando su mano por todo el largo del miembro de su amigo, bombeando de forma lenta una y otra vez. Lucas, para evitar hacer algún sonido, lo ahogó en un profundo beso. La sensación que sintió, lo hizo apartar su propia mano, llevándola hacia el elástico del bóxer de Mateo, para bajarlos a la altura donde descansaban sus pantalones. Inmediatamente, apretó de forma casi dolorosa, el bien formado trasero de Mateo. Ssssshaa!...siseó Mateo de gusto y dolor.
Mateo estaba nervioso. Sentía su cuerpo caliente temblar de tanta emoción. Tantos pensamientos corrían a gran velocidad por su mente. Tenía miedo. Miedo que los descubran, miedo al dolor y tenía mucho miedo a que esto no fuera más que un juego para Lucas.
Aún así, este momento quería vivirlo, y vivirlo al máximo.
Lucas se acomodó sobre el cuerpo de Mateo. Escupió saliva sobre dos de sus dedos y los dirigió a la entrada de Mateo. Masajeó esa zona para humedecerla con su saliva. Mateo se removió por la incomodidad y vergüenza que esa acción le provocó.Lucas, volvió a en salivar sus dedos y dirigirlos nuevamente a ese lugar poniendo más presión hasta que uno de sus dedos pudo entrar en ese espacio que tanto deseaba. Estaba tan apretado y caliente. Mateo jadeó ante la sensación tan extraña. Su rostro estaba al rojo vivo. No quería que Lucas lo viera o escuchara algún sonido vergonzoso, así que lo tomó por la nuca y lo atrajo para besarlo. Su compañero no se resistió.
Mientras se besaban, Lucas seguía preparando a Mateo. Metía y sacaba su dedo con cuidado. Había sentido como se tensaba su compañero, pero el deseo que sentía era demasiado como para detenerse. Siguió en esa labor, hasta que tuvo tres de sus dedos en el interior del muchacho. a penas sintió sólo un poco menos de resistencia al meter y sacar sus dedos, los retiró por completo, volvió a escupir en su mano y esparció la saliva en la cabeza de su pene, que parecía que iba a reventar de lo hinchado que estaba, y empezó a hacer presión con la punta en la estrechísima entrada de Mateo, quien se mordía la palma de su mano para intentar acallar un grito, su estómago se retorció, y de sus ojos cayeron unas cuantas lágrimas por el dolor inmenso que le causó, en el instante que el capullo del pene de Lucas traspasó esa primera barrera de músculos . No porque Lucas estuviera muy bien dotado en su parte íntima; porque a la verdad su miembro, en cuanto a su longitud, estaba dentro del promedio, en el diámetro ya era otra cosa. Con su mano, no alcanzaba
En algún punto de toda esa acción, la conciencia de Lucas se perdió en una bruma de deseo y placer, que ni siquiera se dio cuenta del llanto de su compañero de sexo. No se detuvo hasta que estuvo completamente dentro de Mateo, apretando fuertemente para sentir el culo, de su ahora, "follamigo", pegado a la empuñadura de su miembro. No pudo retener el jadeo que salió del fondo de su garganta, por la sensación tan exquisita que le recorrió por su espalda hasta la nuca, y bajando hasta la punta de los pies.
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Mal amor
Short StoryEl dolor del saberse engañado, puede llevarte a la tristeza más profunda. Haber creído en la persona a quien amas, confiar que jamás podría dañarte. Y mucho menos humillarte delante del mundo en el que vives. Todo esto tendrá que enfrentar Mateo. ...