CAPÍTULO ÚNICO

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JungKook llegó a aquella casa que abandonó hace casi cinco años.

Estaba pintada de color celeste, totalmente diferente a como él la dejó. Se veía más ostentosa, más lujosa e incluso algunas cosas del jardín parecían haber cambiado. Al parecer JiMin había conseguido un buen trabajo y JungKook imaginó lo mucho que disfrutaría de aquella casa de hoy en adelante. Suspiró pensando en qué debería decirle a la persona que venía a buscar, cómo debería explicarle al hombre que amaba que se fue por ser un inconsciente, por querer vivir una vida llena de irresponsabilidades, por no ser capaz de ser padre aún.

JungKook había abandonado a JiMin cuando este le dijo que tendrían un bebé.

Cual alfa cobarde y desalmado se alejó, dejándole toda la responsabilidad al inocente rubio quién suplicó que no lo dejase. Que llorando al verlo partir, solo aceptó que él se fuese sin reclamar, como si fuese un omega sin voz. JiMin solo había bajado la mirada y caminó sin mirar atrás. No armó ningún lío y simplemente lo dejó ir. ¡Qué tonto había sido! ¿Cómo fue capaz de dejar a tan bello ángel para irse con una puta beta barata del momento?

¿Cómo fue capaz de hacerle eso?

Inclusó cuando regresó meses después, JiMin lo aceptó. El omega estaba tan enamorado de él, que aceptaba todo. Su pancita estaba más grande, tenía casi ocho meses y él le prometió que serían una familia. JiMin le creyó y aquello lo mantuvo unas semanas a su lado, pero finalmente se aburrió, así que se volvió a ir con aquella puta sin si quiera ver nacer a su hijo, destrozándole el corazón a JiMin y dejándolo abandonado otra vez.

Y otra vez JiMin sólo lo dejó ir dignamente.

Pero desde aquel momento no había regresado. Duró todo sus últimos años con aquella beta y la dejó al hartarse de sus infidelidades, de sus fiestas y borracheras. Él ahora ya no era un niño, había madurado con el pasar de los años y quiso formar un hogar, pero entendió que una mujer como esa no era una mujer digna para formar una familia.

Ni siquiera la amaba.

Ella solo sabía moverse bien y calentarle la polla. Ella era solo la sustituta llena de vicios y fiestas en las que él vivía, mas no era el amor de su vida. La persona que el amó, aún ama y amará siempre era JiMin. Ese omega rubio e inocente al que conoció cuando tenía solo quince añitos y él casi veinte. Un ángel. JiMin siempre fue su persona ideal para formar una familia, una familia que tontamente perdió al no saberla valorar, pero que estaba más que seguro que la iba a recuperar.

Él volvería a tener a JiMin.

Por eso hoy se encontraba parado frente a aquella casa que abandonó, frente a ese hogar que destrozó. Con los nervios y la emoción de ver nuevamente a su adorado JiMin, tocó la puerta con tres golpes, pero nadie le abrió. Volvió a tocar con tres golpes más y nuevamente nadie lo atendió, así que algo irritado ya, decidió irse, pero escuchó ruidos desde adentro, por lo que regresó a tocar aún más fuerte. ¿Por qué JiMin demoraba tanto? Sintió los pasos de alguien acercarse, pero no le abrieron, sabía que alguien lo estaba mirando por la pequeña hendidura de la puerta y aquel seguramente era el rubiecito. Suspiró cansino al ver que la puerta aún no le era abierta y volvió a tocar, escuchando nuevamente los pasos acercarse y finalmente escuchando la puerta abrirse.

No era a quién esperaba.

¿Ya no vivía JiMin aquí? ¿Ya no era este su hogar? ¿Se había mudado? ¿Dónde estaría ahora? ¿Cómo haría para encontrarlo? ¿Cómo haría para encontrar a su familia? ¿Quién era ese hombre? ¿Debería preguntarle? Decidido a preguntar si aquel sujeto sabía algo sobre Park JiMin, se acercó unos pasos cuando vio fijamente al hombre delante suyo. JungKook lo observó con altanería, tratando de recordar pues su mente le decía que aquel hombre era alguien muy familiar.

ᴘᴏʀ ᴇꜱᴏ ᴇʟ ᴇꜱᴛᴀ ᴄᴏɴᴍɪɢᴏ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ] [ ᴠᴍɪɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora