El balcón vecino [BL-GRATIS]

Capítulo 5

Tuve que meterme a la ducha en cuanto desperté, pues mis bóxer no amanecieron secos. Esa noche soñé con el pasado. Y por el pasado me refería a Moon-jae.

El tiempo que pasé con él durante nuestra juventud, fue tanto de los mejores, como de los peores. Quizás porque estuvieron cargados de adrenalina o pasión, pero también de decepciones y problemas. No pude prevenir los últimos, siempre aparecieron de la nada, justo en el momento en el que nos hallábamos con la guardia más baja.

Nunca olvidaré las sensaciones que experimenté en el momento en que mencionaron frente a ese grupo de alumnos rebeldes, que existían videos íntimos de Moon-jae y yo. Tampoco los temblores casi incontrolables cuando nos dijeron que nuestros padres lo sabrían.

Por suerte mi familia jamás se enteró por completo, pues al final las autoridades del instituto solo me suspendieron por mal comportamiento. Buscaron asustarnos y lo consiguieron, tanto, que ninguno de los presentes volvió a cometer los mismos actos. Algunos porque aprendimos la lección, otros porque fueron expulsados.

Siempre pensaba demasiado durante la ducha, quizás porque el ruido del agua me sumergía en la relajación. Solía imaginar mi vida como la de una celebridad, llena de lujos, diversión y reconocimiento. Otros días, rememoraba mis años de universitario o los inicios de mi independencia. Incluso las salidas nocturnas con Jonah traían historias a mi mente, aunque a medias porque el alcohol las estropeaba.

Pero por primera vez —en mucho tiempo— dediqué gran parte de la ducha a Moon-jae.

No hablamos desde que vino a mi casa para pedirme a mí y a Jonah que nos calláramos. De hecho, esa ni siquiera fue una conversación. Nuestro encuentro en la lavandería también se trató de algo meramente superficial. Así que, a pesar de ya habernos visto las caras en más de una ocasión, continuábamos siendo desconocidos.

En seis años, obviamente las cosas cambiaron en la vida de los dos, y debía admitir que tenía cierta curiosidad por saber sobre él. Moon-jae siempre me pareció una persona interesante, de pocas palabras, gestos limitados, vida inédita.

Sol-gi era la única persona más cercana a él que yo. De ahí en fuera, no conocía ni a sus padres pese a que él sí estrechó las manos con los míos durante las vacaciones de aquel lejano y único verano que pasamos juntos.

Me pregunté por ella también. Extrañaba nuestra amistad, tan estrecha, pero no tanto como la que tenía con su gemelo. Cosas interesantes habrían vivido aquellos dos en mi ausencia; obviamente quería saber qué.

El vapor comenzó a aumentar dentro de mi tan reducido baño, pues los pensamientos me distrajeron hasta el punto de olvidar abrir la llave del agua fría. Mi espalda ya se hallaba enrojecida por las altas temperaturas, pero no me di cuenta de eso hasta un par de minutos más tarde.

Aquel sueño reciente terminó siendo húmedo. Mi mente fue lo suficientemente poderosa para ayudarme a sentir casi como realidad, una época de mi vida que mi corazón no quería rememorar, pero que mi cuerpo sí. Me avergoncé por ello.

Esa primera noche que pasé en mi nuevo apartamento, su extraña guitarra interrumpió mi descanso. Atraído por el sonido, me acerqué para escuchar más de cerca. Y ahí, vi de espaldas a quien yo creí una mujer.

Me vi intrigado de manera instantánea por esa persona sin saber realmente de quién se trataba, incluso después de ver con mis propios ojos que dentro de su apartamento no estaba solo. A partir de aquel corto recuerdo, vinieron unas cuantas preguntas más, ya sabiendo que esa mujer seductora era Moon-jae. Aquella noche, ¿quién fue su acompañante? ¿Tenía pareja ahora? ¿Era feliz?

Mis profundos pensamientos se vieron interrumpidos cuando, de repente, mi cuerpo se tambaleó hacia adelante. Tratando de recuperar el equilibrio obligué a mi cuerpo a retroceder, pero aquel agresivo movimiento causó que mis piernas debilitadas se doblegaran y los pies se me resbalaran más fácil por culpa del agua. Caí de espaldas, golpeándome el trasero con la dureza del azulejo opaco del piso.