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El ojiverde al ver la escena se sorprendió de la actitud de su acompañante, ya que no podía creer que se comportara así delante de una Diosa o eso era lo que él creía.

Pero algo le parecía un poco extraño, el azabache no se comportaría de tal manera a menos que la conociera, él lo conocía, sabía que no mostraría total entusiasmo ante una desconocida, pero ninguno de los dos la había visto antes, así que supuso que había recuperado sus recuerdos, entonces recordó aquella conversación tan peculiar de la que no habían hablado hace mucho tiempo.

Lo más importante de ese recuerdo era la descripción de la chica, tez blanca, ojos y cabello del color del atardecer y su voz era suave, como la describió su compañero.

Pero lo que había leído de las características detalladas de la Diosa no era tan alejado de lo que veía, ¿A caso podía ser una coincidencia?
Eso solo lo sabría preguntando.

—¿Stacia-sama?

El chico de la mirada esmerada interrumpió aquel reencuentro tan esperado, la castaña se alejó del ojinegro con un poco de desánimo y observó detenidamente al rubio que había divisado antes, él era quien acompañaba al azabache, decidió sonreírle con gratitud y contestar aquella pregunta, pero una voz bien conocida la interrumpió

—Espera, ¡¿Eres Stacia?!

Sonrió ante la expresión exagerada del pelinegro, él la conocía, sabía que no era tal deidad, entonces decidió olvidar aquella pregunta y se dirigió al rubio que esperaba ansioso su respuesta

—Lo siento, no soy ella, solo vine a buscar a Kirito-kun —respondió con un tono agradable y habitual

—Lo siento, creí que eras Stacia-sama —respondió apenado y un poco decepcionado, creía que la había encontrado

—¿Por qué?, Es imposible compararme con una Diosa —habló con serenidad como siempre lo hacía

—¡Claro que no!, sus características son tan parecidas que lo creí, aunque esas no fueran físicas —musitó con un tono de reproche y gracia, para él sí tenían ciertos rasgos, hasta parecía que realmente hablaba con ella

—¿Lo ves?, te dije que existía alguien así, pero no podía ser ella —el ojinegro esbozó una arrogante sonrisa

—Si si, lo siento —Mucho gusto Asuna-san —saludó con su habitual sonrisa

—¿Eh?... ¡¡¡Eh!!! Co... ¿Cómo sabes mi nombre? —simplemente no lo creía ¿Cómo sabía su nombre?

A un lado se escuchaba una sutil risa que provenía de un azabache, él solo reía al ver el rostro de sorpresa de su querida novia, y entre risas contestó

—Se lo dije a Eugeo cuando mencionó las características de Stacia-sama

—Ya veo... —Mucho gusto Eugeo-san —la ojimiel devolvió el saludo sonriendo amablemente como siempre lo hacía al conocer a alguien

—Bien, ahora tenemos que salir de aquí —mencionó el pelinegro aliviado, ya no se sentiría tan angustiado, por el momento

—Tienes razón, Kirito, pero ¿cómo entraremos sin que se den cuenta? —indagó el rubio dubitativo

—No te preocupes Eugeo, déjamelo a mí —contestó el azabache con una mirada segura, de esas miradas que usa cuando tiene un plan y sabe que va a funcionar

El ojiverde confiaba en él, porque ¿Cuántas veces no se había escurrido por las ventanas del dormitorio para ir por algún bocadillo y no se habían dado cuenta de su ausencia?, más veces de las que podía contar, así que no dudaba de él, pero había algo más que no lo dejaba tranquilo, lo observó con preocupación y dijo:

¿ERES STACIA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora