EL ESPEJO

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Durante mucho tiempo evité contar esta historia, para que nunca se supiera lo que alguna vez hice, pero creo que a tú mereces la verdad de lo que paso. Tuvo lugar en la plaza central del puerto de Kacroskan, en donde recuerdo que era común la venta de cualquier objeto que pudiera verse mínimamente valioso o raro, por ende, está demás contar que a los viajeros era muy fácil atraparlos con historias fantásticas. Aún recuerdo la noche en que fue encontrado el espejo que daría inicio con mi carrera, aquella noche la red de pesca de mi barco "El Tritón" encontró un espejo muy antiguo que ante los ojos de un simple pescador tenía un pasado incierto, pero ante los ojos de un buen comerciante tenía un futuro prometedor.

Al día siguiente, lo puse en mi tienda de pesca: "El Panteón de Salazar", era mi atracción principal y la nombré como: "El Espejo del Tritón". Creé el rumor de que, si le pedías un deseo al espejo, este cumpliría sin falla lo solicitado, un día mientras observaba al otro lado del espejo llegó una chica que se llamaba Ariana, una muchachilla de piel con color de algodón, cabellera larga de color azabache, unas piernas hermosas y unos ojos tan azules como el mismísimo océano. De repente, comenzó a llorar desconsolada, lo cual me alarmó, pero no podía hacer más que escuchar, como siempre lo había hecho. Esto me sorprendió ya que normalmente ella solía acudir cada tanto a la tienda y pedir con alegría un sinnúmero de deseos al espejo, obviamente cosas sin importancia (sacar buenas calificaciones, encontrar un novio, hacerse millonaria y muchas otras fantasías de niña), o al menos lo serían si no fuera porque yo me había comenzado a enamorar de ella. Entre sus lágrimas, ella confesó al espejo que había sido abusada por su tío, padre y hermano. Ante lo cual pidió lo único que yo pensaba darles a esos malditos, justicia.

Al vivir durante tanto tiempo en un lugar aprendes a ubicar cuestiones importantes como la ubicación de las cámaras de seguridad, rondines de los patrulleros, horarios de atraco de los barcos y horas de desembarco en los puertos de la zona. En este punto, solo tenía que hacer mi tarea y averiguar los pasos de aquellos ladrones de la pureza de Ariana. Desgraciadamente, durante mi investigación no podía descuidar el negocio familiar, así que, me dispuse a salir como cada fin de semana a pescar y cazar focas. Tras un día excelente de caza, logré notar que un grupo de focas había sido masacrado por un tiburón blanco y, aunque debí de sentirme frustrado por la pérdida económica que representaba ese espécimen en mi región de caza, mi corazón estalló en alegría pues ya tenía una idea de como deshacerme del tío, del padre y del hermano de Ariana. Posterior a esto, le di la carnada que me quedaba al tiburón y me retiré del lugar sin decirle nada a los colegas cazadores y pescadores de la zona.

Al pasar los días, logré ubicar un paso rutinario de los familiares de Ariana pues resulta ser que estos trabajaban en el Venator, un barco trasatlántico y cuyo capitán era mi amigo de años Rodolfo, como si nada le pregunté sobre los horarios de descanso que estos individuos tenían así como la posición de trabajo que les correspondía, sin darle mucha importancia y con un simple "curiosidad, nunca los había visto y no me daban confianza" evadí las dudas de mi amigo y me retiré con toda la información que necesitaba: los tres trabajan en el sector de contenedores con los montacargas y tenían horarios nocturnos que se alargaban desde las 8 de la noche hasta las 3 de la madrugada, por otro lado, los tres iban y venían en la misma camioneta Ford F-150 con matrícula k300TY61, de ida cruzaban sobre la avenida Yalakov con Plodsky a las 7:30 p.m., ni un minuto más ni un minuto menos. Este cruzamiento era particularmente importante, derivado de que, en ese cruzamiento no había cámaras de seguridad y desgraciadamente para ellos a las 7 p.m. es el cambio de turno de los patrulleros encargados de ese sector. Aún con toda la premura les tomaría 45 min llegar hasta ese sector del rondín, regalándome 15 min para actuar, era tiempo suficiente.

Llegado el momento en ese cruzamiento, me encargué de ponchar mi neumático. Posteriormente, al llegar los familiares de Ariana procedí a solicitarles su apoyo para cambiarlo por la refacción, claramente a cambio de un pago, les ofrecí una cena de mi mejor espécimen: huevas de pez volador. No lo pensaron dos veces y decidieron apoyarme logrando salir de ese problema como aparentes héroes, quedamos en vernos en El Tritón a las 12 de la noche, ya que, a esa hora los guardias se juntaban para tomar el café al igual que los encargados y jefes del Venator. De tal manera, que al llegar a mi comedor yo les había servido un café de granos molidos a mano en 4 tazas que expulsaban vapor e igualmente serví 4 platos de hueva de pez volador. La manera en que diferencié los platillos de ellos del mío fue tirando unas gotas de mi propia sangre en uno de los platos, obviamente al llegar me preguntaron que había pasado y los evadí con un muy tranquilo "me corté moliendo los granos de café, una cosa sin importancia". Y aunque se sintieron algo incómodos con la presencia de la sangre, los invité a degustar conmigo el manjar preparado y comencé a comerlo y saborearlo con tal premura que ellos no pudieron evitar seguir mi ejemplo y atascarse con ello.

No pasaron ni 10 minutos y los tres ya estaban muertos en el suelo de mi comedor y no era para menos pues en sus platillos había colocado 1 gramo de tetrodotoxina extraída de pulpos de anillo azul que un pirata me había intercambiado hace meses por unas cuantas pieles de foca en una de mis tantas incursiones a mar abierto. Debo admitir que al ver en sus rostros el miedo, la desesperación y la agonía de su inevitable muerte me sentí como un dios sobre la tierra siendo juez, jurado y verdugo. Sin embargo, no era la hora ni mucho menos el lugar para festejar ya que, los elementos de la marina realizan inspecciones cada noche a la 1 de la madrugada durante los cuales cada barco debe estar a la espera, conmigo hacen excepciones debido a que siempre les invito vino, manjares del océano y obsequio abrigos hechos con piel de foca por su gran disposición y sacrificio a la hora de proteger nuestros mares y puertos. Por lo que, poco les importa si no estoy ya que saben que a estas horas yo suelo irme como cada viernes a pescar y cazar. Una vez fuera de todo radar, procedí a cortar cada extremidad de sus cuerpos, de vaciar sus viseras y moler cada hueso hasta lograr mezclarlo con la receta de carnada que tenía en la nevera, dando las 6 de la noche comencé a tirar los restos combinados con carnada al tiburón y resulto tener crías ante lo cual mi trabajo se facilitó más pues logré deshacerme de todo el preparado de carnada en los tres días que tuve de cuartada, logrando cazar y pescar la mínima carga posible.

Al regresar al puerto, me entero de la desgracia de que los familiares de Adriana habían desaparecido sin dejar rastro y a pesar de que los peritos experimentados, la policía de investigación y las autoridades de competencia para el caso de estos individuos, realizaban extenuantes procesos de perfilación, análisis científico y químico, interpretación de los posibles lugares de hecho, hallazgo y contexto. Estos no lograban ningún avance significativo. Esto derivó en el inicio de interrogatorios hechos a sus parientes, amistades y compañeros que compartían una gran cercanía con los desaparecidos. Tras pasar los años muchos de estos olvidaron inclusive los rostros de sus allegados desaparecidos al grado de que sus declaraciones y respuestas de cada entrevistas comenzaron a variar en cuanto a sustento de credibilidad, ya que, conforme pasaban los días cada respuesta cambiaba y cada relato se alteraba.

Por supuesto, el puerto se volvió el más famoso de la zona y con su fama también creció su desconfianza entre las personas que lo habitaban pues era un hecho desconcertante.

De un momento a otro, la confianza entre los habitantes de la costa era imperceptible. Sin previo aviso la gente del puerto empezó a desaparecer sin dejar rastro, poco a poco, huyendo del pueblo sin dejar rastro alguno. Cada mañana salían grupos de pescadores a buscar los cuerpos entre los arrecifes, en las aguas bajas y en las aguas profundas. Sin embargo, toda búsqueda realizada carecía de posibilidades de éxito, debido que, las cámaras de seguridad de la costa no mostraban ninguna alteración durante los horarios de desaparición de cada víctima y todos los miembros del pueblo poseían una cuartada sólida que hacía irrefutable su inocencia, al igual que la mía.

A la semana siguiente me encargué de ir a buscar a los tiburones, a la madre y a sus dos crías, solo ocupé deshacerme de la madre y sus crías se disiparon en el océano. Pasaron los años y nadie volvió a hablar del tema y, se que valió la pena porque nuca volví a ver una lagrima en tus ojos, mi amada Ariana...

Con amor tu querido esposo.

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