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Se miró por segunda vez al espejo, para esta vez poder colocarse brillo labial, y es que después de que estuvo más de media hora buscando que usaría ese día, al fin encontró algo que fuera de su gusto, por lo que su vestuario de ese día consistía en unos jeans cortos y una camisa a cuadros, mientras que su cabello estaba recogido, gracias al rodete que había decidido usar esa mañana.

Después de estar ya lista, observó cómo la maleta que acababa de desempacar, aún tenía guardada en ella, un ramo de flores rojas, ya marchitas por el largo viaje que había tenido en las últimas horas.

Tal obsequio, había sido de su actual novio Kid, el capitán del equipo de béisbol de su colegio, claro que no le dio mucha importancia a tal regalo por lo que cuando empacó sus cosas personales para el viaje, metió junto a ellas el muy hermoso ramo de flores, y es que no tenía intenciones de cargar las mismas con sus propias manos, pero tampoco quería tirarlas en el primer tacho de basura que encontrará, porque aunque no pareciera no eran tan cruel, cruel sí pero nunca muy cruel, fue por eso que decidió empacar las flores en su maleta ya lista para viajar aunque como era de esperarse por la falta de agua y sol se habían marchitado como también lo habían hecho sus ganas de pasar todo el verano junto a su novio por lo que había decidido pasar unas semanas en casa de su buen amigo Cyrus Goodman, y es que le parecía más apetecible pasar unos días soportando a su extraño amigo de infancia que a su bendito y un poco celoso novio. 

Y es que pensó que era mejor que se distanciaran un tiempo, que terminar con él porque Kid podía ser muchas cosas pero era muy buen novio, y es que a su parecer no cualquiera le soportaría lo que él, porque Amber también podía ser muchas cosas menos una novia considerada, pero en fin, el rubio la amaba y ella después de casi un año de relación sentía una especie de cariño por él.

Y en un intento por seguir dándole cuerda a su relación, al menos hasta que se cansara de la misma, había decidido tomarse un tiempo para que su paciencia con el rubio siguiera igual que la primera vez que lo conoció, y a este le pareció tan cool, que era por eso que impuso la distancia entre ambos. Y era así como ahora se encontraba en la habitación de huéspedes de la casa de su amigo, la misma que por suerte estaba al lado de la habitación del de ojos marrones.

Y aunque la rubia no era para nada una persona sentimental, debía admitir que lo había extrañado, ya que desde que ambos iniciaron la secundaria en escuelas diferentes se habían distanciado un poco y ya casi nada sabían de la vida del otro. Claro que por lo poco que le platicó, el chico no muy bueno en deporte, a través de sus llamadas telefónicas, su vida no había sufrido gran cambio, es decir sus papás seguían divorciados como siempre, su relación con Iris seguía en una pausa que parecía no terminar nunca, lo único destacable hasta el momento eran sus nuevas amistades de las cuales no sabía mucho tampoco.

Y era por esto mismo, que a su amigo se le había ocurrido hacer una reunión esa noche para presentarle a sus nuevos amigos. Y entonces la rubia pensó, que Cyrus sólo buscaba impresionarla, mostrarle que era capaz de tener más amigos que ella, algo que sin duda le causaba gracia, ya que seguro ninguno de todos ellos eran tan bueno como ella, por la simple y sencilla razón de que ella era irremplazable.

Estando entonces de muy buen ánimo y también con un gran hambre, que le hacía querer devorar lo primero que se le cruzará, bajó las escaleras, para llegar al primer piso de la casa que la conducirían a la cocina.y es que quizás su amigo había oído su estómago rugir y había decidido pedir algo para comer a domicilio, lo cual le parecía una buena idea.

Pero en cuanto bajó las escaleras, todo el jodido hambre se le quitó al ver un chico de ojos verdes muy atractivo. Y no podía mentir, el chico le había gustado mucho tanto que de inmediato puso su mejor sonrisa.

Una tarde de verano |Ambi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora