obra maestra

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La desesperación de estar esperanzado. Cada noche y despertar, mi cerebro se consume en cenizas. Perdiendo su vitalidad, digna del correteo de un niño en un jardín floreado. Dejando una vaga motivación que ni a duras penas sirve. Simplemente está allí, como un pichón de águila enjaulado. Pintando la frustración con colores amargos, que son incómodos para mis orbes. Que desgracia más poética y errática.

Así queda uno, dando pasos erróneos en una búsqueda interminable de la "obra maestra". Estancado en la ambición de hacer al espectador y la obra en una misma cosa. Creando un lazo, que roza con lo traumático, sin lastimar al que está del otro lado —porque para dañados ya estoy yo—. Sin embargo, encuentro los mismos susurros insulsos que persiguen mi bienestar.

No hay tal cosa que pueda liberar al águila

tarum - namkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora