CUATRO: FINAL

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Siete años después.


Era el cumpleaños de Jungkook, su cumpleaños número dieciséis. Taehyung frunció los labios, ansioso. Estrechó con suavidad entre sus manos el regalo de Jungkook y salió de la sala de música rumbo al patio trasero. Le había pedido a Jungkook que se encontraran ahí después de clases. El chico estaba sentado en una banca cercana a los cerezos.

—Hola destinado —saludó Taehyung.

—Hola rechazado. —Sonrió.

Luego de aquel lejano día en que compartieron sus mundos por un trabajo de arte, la relación entre ellos mejoró bastante. Ahora eran buenos amigos y ya no querían sacarse los ojos. Bueno, no siempre.

Taehyung había comenzado a molestarlo desde hace un tiempo con eso de ser el destinado del otro como había dicho su profesor de primaria, Lee Donghae, tantos años atrás. Era una vieja leyenda que hablaba de los amores que estaban escritos con sangre, aquellos que sin importar las circunstancias de la vida se encontrarían y amarían hasta el fin de los días. Jungkook siempre reía y le recordaba que el destino no era tan cruel como para obligarlo a estar con un idiota como él.

—Espero que te guste —dijo Taehyung dándole el regalo.

Jungkook tomó el trozo de papel entre sus manos, curioso. Desató la cinta que lo mantenía enrollado y extendió con cuidado la cartulina. Su rostro entero se iluminó cuando vio de qué se trataba.

—¡Nuestro trabajo! —Rio leyendo en tosca caligrafía infantil "guerra de colores".

—Feliz cumpleaños, Kookkie —molestó Taehyung.

—Gracias, TaeTae. —Sonrió—. Lo recordaba más grande. Y más bonito.

—Es porque ya no eres del porte del papel y ya tienes edad suficiente para darte cuenta de lo feo que pintas —dijo burlón sentándose a su lado.

—Creo que quedaría mejor si lo corto por la mitad y tiró esta fea parte oscura a la basura.

Taehyung le dio un suave empujón.

—Oye, representa mi alma.

Jungkook soltó una carcajada y Taehyung se le quedó mirando.

—Jungkook yo... —Mordió su labio pensando bien en las palabras que usaría—. Quiero decirte algo.

—Dime, sin vergüenza, TaeTae —lo animó dándole unas palmaditas en el muslo.

Taehyung lo observó en silencio. Miró sus ojos y sus largas pestañas que no habían hecho más que ponerse más hermosos con el paso de los años. Miró esa dulce sonrisa que parecía ya no querer abandonar su rostro. Tomó aire y se dio aliento para continuar.

—Yo... Yo realmente quiero que seas mi destinado, Jungkook.

Jungkook se hubiese reído de no ser por la seriedad de su amigo. Buscó la burla y esperó la risotada estridente de Taehyung anunciándole que era una broma nada más. Pero no llegó, la carcajada burlesca era en realidad un par de labios fruncidos y oscuros ojos sinceros.

—Sé que piensas que es una tonta leyenda, que nunca ha existido tal cosa como los destinados pero... Yo de verdad creo que estamos hechos el uno para el otro, Kook. Realmente quiero que este sea mi destino, pasar mis días junto a ti, ser tu Alfa y tú mi Omega que me dice siempre qué hacer. —Sonrió—. Como tu papá Min con tu papá Won.

Jungkook no dijo nada. No sonrió y no lloró como Taehyung se imaginó. Pero sí recibió un tierno beso en la mejilla, uno que lo sorprendió gratamente.

—¿Eso qué significa? —preguntó Taehyung.

—Que acepto la crueldad del destino y que acepto tus colores —dijo con una dulce sonrisa.

Taehyung lo abrazó eufórico con el corazón desbocado.

Después de tanto tiempo, la guerra se había transformado en una tregua de colores.


FIN.

En recompensa por el Yoonmin que nunca llegó y en agradecimiento por el Meanie que te obligué a leer. Gracias Lyn <3.

guerra de colores ❃ vkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora