14 de febrero

1.6K 109 133
                                    

¡Hola! No me preguntéis qué ha pasado ni por qué acabo de publicar este One Shot, porque ni yo misma lo sé. Pero esta tarde estaba hablando con mis cabronas heteras y se me ha ido un poco la pinza.

Yo, que soy lo menos moñas del planeta tierra, me he visto escribiendo la pastelada más grande de mi vida.

Pero es que estos dos pencos sacan lo peor de mí. O lo mejor, no lo sé ni yo.

Bueno, lo dicho, que espero que lo disfrutéis y que perdonéis si no es lo mejor que he publicado por aquí, pero ha sido una improvisación escrita del tirón y ni siquiera la había planeado.

Gracias por leer, espero vuestros comentarios.

💜💛

Agoney escucha la puerta de su casa cerrarse y una sonrisa se instala en sus labios.

En realidad, desde que volvió de Nueva York hace ya bastantes horas, no ha dejado de sonreír. Por la mañana, al llegar a casa, ha podido dormir todo lo que necesitaba. Seguramente el jet lag traiga cola esta noche, pero le da igual, era preciso.

Pasadas las casi nueve horas de sueño, se había levantado para comer algo, mientras hablaba con su novio por teléfono. Había podido contarle todo lo que había vivido en el viaje, porque, por culpa de la diferencia horaria, no habían podido hablar demasiado en los días anteriores.

Después, había bajado a comprar porque en su nevera no quedaban más que un par de botellas de agua. Y había aprovechado para llenar su carro también con los ingredientes necesarios para preparar la cena sorpresa de esa noche.

Se había hecho fotos con un par de fans y había vuelto a subir rápidamente, porque casi se le había olvidado que su chico tenía una entrevista en Onda Madrid. Raoul lo había hecho muy bien, era sin duda de sus mejores entrevistas. Además, le habían preguntado por el 3 de marzo y, a pesar del susto inicial, Raoul había respondido de la mejor manera posible, contando su experiencia de esa noche y de cómo le había llegado el cariño de la gente.

Se le notaba tan relajado que Agoney sufrió un par de veces por si su rubio decidía revivir la carpeta. Aunque, ¡qué tontería! Ni siquiera en los peores momentos fueron capaces de matarla.

Al terminar, le había llamado por teléfono para darle la enhorabuena y para pincharle un poco para que le enseñara ese nuevo single del que había hablado, porque que su chico no había querido compartir nada con él hasta el momento.

Y habían tenido que despedirse más pronto de lo que les hubiese gustado, pero antes Agoney le había invitado a cenar en su casa esa noche, invitación que Raoul aceptó muy ilusionado y con una gran sonrisa. Le deseó suerte para la función de La Llamada de esa noche y tuvieron que colgar el teléfono, porque el rubio aún tenía cosas que hacer antes de ir al teatro.

Así que en ese punto se encuentra Agoney, bien pasada ya la hora de la cena, pero con el estómago vacío, esperando a que su novio llegue a casa para sorprenderle con sus dotes culinarias.

Pocos segundos después, cuando más enfrascado se encontraba en sus pensamientos, escucha la puerta abrirse. Desde el primer momento en el que se mudó a vivir a Madrid, Raoul había tenido las llaves de su piso, al igual que él tenía las del rubio. Decidieron no mudarse juntos de momento, pero eso no impedía que prácticamente todas las noches durmieran juntos, en casa de uno o en casa del otro.

- ¡Hola, Ago! - Raoul entra por la puerta de la cocina y saluda a su novio. Se queda quieto un instante y olisquea el ambiente. - ¿eso es mi cena?

- Es nuestra cena, cariño - corrige el canario. - que yo soy el que vive aquí, ¿Te acuerdas?

Raoul le sonríe y se acerca hacia su chico antes de darle un suave beso en los labios. Agoney responde al beso con ganas, porque es la primera vez que se ven después de muchos días.

14 de febreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora