El amarillo es un color triste,
porque Los Girasoles de Van Gogh
se marchitan de espaldas al Sol.
El azul es nostalgia en tus ojos verdes,
son los Almendros en Flor:
visión esquizoide, paranoia lejana.
En tu cabeza hay voces que hablan,
gritos y armas que disparan.
¿Dónde está la calma?
Arrancaste los girasoles y te fuiste,
te hundías en el azul marino,
yo no quise rescatarte.
Volviste con esas flores ahogadas,
yo estaba demasiado cansada,
(para comprender)
demasiado pequeña y delgada,
como una ramita partida en un charco de agua.
El amarillo volvió a ser triste,
quizá nunca dejó de serlo.
"¡Adiós!" te dije,
y me vestí de negro
como La Noche Estrellada.
Vincent, no vuelvas,
quédate con tu oreja,
con el alcohol, los burdeles,
la mala vida y tu esquizofrenia.
Estás solo,
ni los girasoles responden,
ni las estrellas son nuestras.
Pero no termines como el neerlandés,
con un agujero en el pecho
y vacío en la cabeza.
No te adentres en los trigales
que también son amarillos,
pero no mires al cielo
que también es nostalgia.
No me claves tus azules
que son verdes,
tus estrellas,
tus girasoles,
tus visiones que no duermen.
No me dejes sola
pero no te acerques,
que el amarillo es triste,
triste como aquel Viernes.
Y ahora que entiendo tus palabras
preferiría no conocerlas,
pero tengo pintura en las manos,
un cuaderno en la maleta,
así que escribo AMARILLO
con letras de sinestesia.