Las mañanas eran la parte más difícil del día. A veces se quedaba viendo el techo durante minutos, hasta que la segunda alarma sonaba, porque ya estaba preparada por si esto volvía a pasar, la que le decía que no estaba en esa pesadilla recurrente, aquella que a veces olvidaba, aquella que trataba de no darle importancia, pero de vez en cuando su cerebro se encargaba de traerla de nuevo. Moblit a veces le llamaba, cada que podía, mejor dicho, a veces Hanji se preguntaba qué clase de persona había sido en su vida pasada para merecer a semejante ángel terrenal.
Una vez que salía de la cama recibía el mismo recordatorio al momento de ducharse, por eso muchas veces prefería no hacerlo, el clima fresco le ayudaba a mantenerse sin sudar, sin necesidad de usar ropa fresca o bañarse diariamente. Lo que hizo básicamente es salir de la cama, hacerse un intento de coleta y ponerse el abrigo para salir y subir al auto.
Ya a partir de ese momento Hanji se siente liberada. Ver como el mundo se mueve es terapéutico, darse cuenta de que debe igualmente moverse a su ritmo le alegra, y es entonces que recuerda que tiene una vida real, que la pesadilla se acabó hace ya mucho tiempo. Deja de ser sombría mientras escucha en la radio alguna nueva canción pop que hace que baile sobre su asiento, mientras tararea si es que ya conoce la melodía.
Cuando llega a las instalaciones, sigue con una sonrisa y alguna letra particularmente pegajosa en la mente. Saluda cordialmente a la secretaria de Erwin, Mari, y a uno que otro sujeto del que desconoce el nombre. Sus relaciones allí son casi mínimas, algo raro porque a ella le encantaba hablar con las personas, pero todos allí parecía que tuvieran miedo de hablar de más y por eso evitaban el contacto humano. Quizás si tuvieran miedo de que se les escapará algo.
Hanji había firmado un contrato de confidencialidad. No podía decir nada a nadie hasta que estuviera terminada la investigación, a ningún familiar ni amigo, y no podía hablar de ello con Moblit en público, había una paranoia de que esto pudiera afectar gravemente la población. No sabía exactamente cómo iba a afectarlos, para Hanji era relajante que hubiera algo similar a su especie, y con quien quizás algún día pudiera comunicarse.
Hablando de ello, sus interacciones con Pequeñín estaban mejorando. Él, suponía que era un él por la ausencia de mamas, aunque aún faltaba determinar si era mamífero, pez o una extraña mezcla de ambos, se mantenía reacio a interactuar con Moblit la mayor parte del tiempo, de echo rara vez asomaba la cabeza cuando él estaba presente y cuando bajaban a ver el interior del estante por fuera buscaba la manera de ocultarse de él. Si bien él no estaba precisamente encariñado con ella, al menos le permitía verlo y estudiarlo a la lejanía. Podría ser que no estuviera actuando de acuerdo al plan de los jefes de Erwin, pero ella sabía perfectamente que las criaturas marinas, y no lo decía por los tiburones, que le parecían criaturas casi dóciles, sino los mamíferos, que por más tiernos que pudieran verse eran violentos y viciosos. Saber que Pequeñín le había arrancado dedos al antiguo encargado no ayudaba mucho. Además, estaba el factor de que no podía determinar aún que tan "humano" era Pequeñín, no había manera de que pudiera estudiarlo como se estudia a un animal común.
Así que se dedicaba a observarlo de lejos, estudiar su anatomía y teorizar exactamente como estaba conformada su estructura ósea y muscular. Le daba mucha curiosidad como estaban conectados los músculos del torso con los de la cola, pero no se atrevía a contárselo a Erwin, no fuera hacer que se le ocurriera abrirlo cuando todavía no terminaba de entenderlo.
Cuando dio la vuelta para llegar a su pequeña oficina, aún bastante desordenada porque no se había tomado el tiempo de ordenarla, y probablemente nunca lo fuera a hacer, vio como Erwin salía de la habitación donde estaba el tanque en donde tenían a Levi. Venía completamente empapado y con un poco de cabello entre la ropa.
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Flames so hot that they turn blue
FanfictionFrente a ella estaba una criatura que habitó en su infantil mente hasta que se convenció a sí misma de que era algo biológicamente imposible, pero al parecer pese a todos sus años trabajando con los misterios del mar olvidaba a ratos que esté siempr...