Aclaraciones:
Cursiva: La carta
Negritas: Diálogos
____________________________________Había vuelto, después de un agotador y rutinario día, a mi innecesariamente amplia mansión.
En cuanto bajé del vehículo fui recibido por Humbert, un mayordomo que nos ha servido desde hace más de dos décadas, un hombre de porte elegante, con su infaltable corbatín negro, de vestimenta sencilla pero adecuada, un saco de color petróleo y un pantalón del mismo estilo y color conformaban gran parte de sus atuendos, una camisa blanca e impecable y zapatos negros lustrados con un pequeño tacón al final, de punta chata y redondeada; su cabellera oscura se degradó con el paso del tiempo, tornándola de tonos blanquecinos, los años también le cobraron factura con los notorios relieves presentados en su rostro, sus pobladas cejas y delgados labios solían mantenerse en una posición neutral; de nariz tosca, un poco grande y elevada en la punta; sus ojos, de un gris oscuro, tenían una potente mirada que también reflejaba su inconformidad con su estado actual, aunque lo entiendo ¿A quien le gustaría trabajar de lo mismo por más de veinte años?
- Buenas tardes, joven Beilschmidt - Dijo por cortesía a modo de saludo con su siempre rasposo y formal timbre vocal.
- Buenas tardes, Humbert, ¿Cómo ha estado? - Contesté. A pesar de que él me tratase como a un superior yo opte por brindarle el trato de un semejante, cuestionándolo tanto de lo sucedido en nuestro contrato formal y laboral (como llamadas, cartas, visitas [incluso a los inquilinos inesperados], etcétera) como a asuntos referentes a su persona, como lo es su estado actual.
- Bien, agradezco su preocupación, ¿Que hay de usted? - Era obvio el desconcierto provocado por la simple cuestión. Él había servido a mi padre, un hombre frío y de pocas palabras que le había tratado distante y respetuoso, era un hombre justo pero difícil de tratar por su permanente aislamiento social, por lo que aún no se acostumbraba a mis incesantes cuestiones y preguntas cotidianas, siendo más notorio por las pausas entre cada frase en su respuesta.
Ambos nos dirigimos al enorme par de portones cuyo material principal era la madera, con los bordes delineados de un sutil dorado y espirales tallados simétricamente, distribuidos uniformemente sobre la enorme superficie de tal modo en que estos no lucieran saturados, nos daban la bienvenida a mi fortaleza heredada junto a unos poblados rosales a los costados de las escaleras que, debido a la época del año, estaban en todo su esplendor asemejando ser inmarcesibles, distante a la cruda realidad - Bien, gracias - Esbocé una sonrisa tras el comentario - ¿Ha habido alguna novedad? - cuestioné al percatarme de que se negaba a seguir hablando.
- Ahora que lo menciona, hoy he encontrado una carta en el buzón principal, desconozco al autor, pero la he dejado en su oficina. - ¿Una carta? Probablemente se trataba de una factura o de otra empresa que quería succionar las ganancias obtenidas por mi padre mediante una "alianza". Aunque la posibilidad de que se tratará de otro asunto me inundó de curiosidad.
- Gracias, iré a verlo en seguida - Lo miré un momento y nuestros caminos se separaron.
Él fue a su habitación en la planta baja de la mansión, mientras que yo fui escaleras arriba en un silencio sepulcral interrumpido únicamente por el choque de mis toscas botas con la superficie rústica, los tacones bajos incluidos en las mismas no hacían más que acentuar mi paso firme, seguro y automático. Posteriormente, atravesé un largo pasillo repleto de pinturas de mis antecesores o de pintores famosos o poco conocidos, acomodados simétricamente en un estándar deprimente y monótono. He observado los mismos rostros desconocidos una y otra vez al atravesar el pasillo causando que, poco a poco, se tornen irónicamente familiares, sintiendo sus opacas y acusatorias miradas sin vida seguirme durante todo el trayecto hasta llegar al otro extremo y librarme de ellos, teniendo como único destino la oficina oculta detrás de la puerta color chocolate, detallada con un patrón similar al del portón principal solo que a menor escala, gire la perilla dorada que resaltaba entre las tonalidades oscuras y sin vida que abundaban en toda la residencia y entré a la habitación.
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Pudor
Fanfiction"El diamante ha cubierto tus emociones y sentimientos, mantienendolos en el anonimato y en la profundidad de tus pensamientos reprimidos, ahogados. Es el mismo diamante el que te otorga una apariencia especial, bella y, a su vez, estoica, pero tambi...