Laberinto

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Porque esas viejas costumbres que daban ganas de seguir en este laberinto de difícil salida se han perdido entre cuerpos confusos que se ocultan en las sombras de lo inevitable, inundándolo todo en agua de mar, haciendo que nos ahogemos y no sepamos donde correr.
Esos cuerpos confusos ya no pierden el norte, pierden lo poco que queda en el círculo inevitable que les asfixia y les quita el aire, ese poco aire que permanece en ellos.
Esas costumbres incluso en tiempos de guerra secaba todo los mares del mundo, iluminándo hasta el más oscuro rincón de este laberinto del que se espera que lo inevitable consiga sacar a los cuerpos confusos, consiga hacer de este mar sin fondo un espacio vacío, sin aire, sin sombras, donde aunque esté negro el fondo en lo más alto consiga ver la luz que tanto desean.

Verso en prosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora