Ahí está de nuevo, ese grito que acelera el latido de mi corazón y me hace querer correr más rápido.
Mis piernas me reclaman que me detenga, y mis pulmones parecen estar de acuerdo cuando tengo que tomar más aire por la boca para poder respirar, ya que siento que mi nariz no me proporciona el oxígeno suficiente. Aún así, sigo esquivando árboles y troncos tirados en el terroso suelo.
¿Podré verte otra vez? me pregunto.
¿Desaparecerás como lo hiciste ayer?
Me siento como un caracol que se esfuerza por llegar a su destino, pero lo pisan en el camino.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.