Un chocolate para San Valentín.

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Un chocolate para San Valentín.

Milán, Italia.

El balón salió disparado con fuerza, voló veloz por media cancha sin que nadie lo detuviera y fue a estrellarse con estruendo contra el travesaño. Shingo Aoi, el autor del potente tiro, maldijo en voz baja al tiempo que su compañero italiano prorrumpía en carcajadas.

– ¡Bien fallado, Shingo! -exclamó Matteo.- La portería está desprotegida y de todos modos no pudiste anotar.

– ¡Cállate, Matteo!.- protestó Aoi, molesto.- La culpa es tuya porque no me diste un buen pase.

– Sí, claro, seguro que eso les dirás a todos cuando perdamos los torneos importantes por causa tuya.- Matteo se encogió de hombros.

– ¡Deja de burlarte o te estrellaré el balón en la cara!.- Aoi hizo un puchero que provocaba gracia más que miedo.

– ¿Qué ustedes dos no pueden pasar ni cinco minutos sin discutir?.- cuestionó Gino, quien los miraba divertido desde las orillas del campo.

Una semana antes, Gino Hernández había descubierto que sus antiguos compañeros de la rama Primavera del Inter de Milán, Aoi y Matteo, practicaban después de los entrenamientos para mejorar su nivel futbolístico. Gino ya formaba parte de la rama profesional del club pero le gustaba ir de vez en cuando a ver a sus antiguos compañeros para calar su nivel deportivo. Cuando el portero supo que los dos anteriormente mencionados solían quedarse hasta tarde (de Aoi ya lo sabía, Matteo fue la novedad), decidió unírseles alguna que otra vez para ayudarlos a mejorar.

– ¡Miren quién se ha dignado a honrarnos con su presencia!.- se burló Matteo.- Llega usted muy tarde, su Excelencia.

– Pensamos que ya no ibas a venir hoy.- añadió Aoi, corriendo hacia Gino.- ¿Tuviste algún problema?

– De seguro se quedó disfrutando de los chocolates que esa fan le regaló ayer.- dijo Matteo.- Después de todo, ella le dio más que a nosotros y aquí nuestro compañero le dijo que "se los iba a comer pensando en ella".

– Sólo fui cortés.- Gino frunció el ceño.- Cuando eres profesional y recibes tantas muestras de apoyo por parte de los fanáticos, es tu deber ser amable con ellos y hacerles sentir que su regalo es especial, es lo que hace un deportista que se da a respetar.

– Claro, como tú ya eres profesional, ya debes de estar acostumbrado a que te lluevan obsequios de admiradores, ¿no?.- Aoi volvió a hacer un puchero gracioso.- ¡Yo quiero que la gente también me regale cosas!

Durante una pausa de esas sesiones de práctica que tenían Gino, Aoi y Matteo, el primero le preguntó al segundo si no extrañaba Japón y Aoi contestó que lo que añoraba era que en Japón se acostumbra que las chicas preparen chocolates para los chicos en San Valentín, lo cual no se hace en Italia. Una fan del Inter de Milán, que pasaba casualmente por ahí, los escuchó hablar y cocinó chocolates para Aoi y Matteo, pues aseguró ser una ferviente admiradora del japonés. Cuando Shingo le dijo a la chica que el gran Gino Hernández solía ir de vez en cuando a ayudarlos con sus entrenamientos privados, ella decidió hacer chocolates para él también, aunque la caja que le dio a Gino era más grande que las que les dio a Matteo y a Aoi, lo que causó que los otros dos experimentaran ciertos celos por la suerte del portero.

– Ya te lo había dicho, Aoi, si te esfuerzas y te conviertes en un gran jugador, los admiradores te darán muchos regalos a ti también.- fue la respuesta de Gino.

– ¡Ya lo sé! ¡Por eso es que no debo perder tiempo, debo practicar para convertirme pronto en profesional!.- Shingo salió despedido con rumbo a la portería, con la finalidad de reintentar el tiro que falló minutos antes.

Un chocolate para San Valentín [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora