Capitulo 1

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Había sido un día cálido y muy largo. Desde la salida del sol hasta la hora de comer, el tiempo había calentado el suelo hasta el punto de que andar descalzo era casi imposible, incluso para los lagartos. El sudor brotaba fácilmente, deseoso de mostrarse. Tampoco estaba vadado a nadie.

Bobbie Lee se irguió y echó atrás los largos cabellos. Los tenía mojados, como si hubiera estado buceano y saliese a la supeficie bajo una burbuja de algo suelto y pegajoso. Ojalá pudiese abreviar épocas como ésta. Noches frescas y luna llena... Se alegraba de no haberlo hecho.

Miró a su hermano James, que nunca paraba de trabajar. Por muy mal que le fuesen las cosas a James, si empezaba a desmochar algodón o a segar heno terminaba debidamente su trabajo antes de que su máquina empezase a fallar. James era un trabajador <<cabal>>. Todo cuanto empezaba tenía que terminarse, y nunca le quedaban cabos sueltos. Buen chico, James.

A Bobbie Lee le gustaba James. Siete años mayor que ella, era veintisiete veces más listo. Últimamente llevaba una vida muy intensa. Chicas, principalmente. Lo llevaba en secreto y esto no era de su incumbencia, pero sabía de una de ellas: Belinda Wiggs. Sabía lo de Belida, pero nunca hablaba de ello con James; en especial porque estaba casi segura de que James sabía lo de Billy Joe McAllister, y esto no debía discutirse en absoluto.

James tenía los brazos llenos de venas que recorrían la cara externa, como los de su padre. Unas venas tan abultadas que, cuando era pequeña, Bobbie Lee temía siempre que el menor corte dejara sin sangre a su hermano. Los varones Harley eran nervudos; las las hembras eran delgadas, pero suaves. Aunque no era fácil, Bobbie Lee y mamá sabían conservar esta suavidad.

Aunque todavía no habían empezado las vacaciones de verano en el colegio, Bobbie Lee tenía que ayudar en las tareas de la granja. Saltaba del autobús y se dirigía al campo con sólo un <<¡Hola, mamá!>> y una limonada para hacer más agradable el camino. Algo parecido le ocurría a James, que cuando terminaba n el aserradero tenía que hacer horas extras en la finca familiar. Pero esto no era raro en la región del Delta. Los únicos muchachos que no trabajaban en el campo eran los que estaban enfermos o se habían escapado. Una vez, al llegar a la pubertad y debido a la menstruación, Bobbie Lee se negó a ir al campo a trabajar. Papá no le dijo nada. No la riñó ni la amenazó, pero cuando se sentaron a comer todos los demás tenían los platos llenos, mientras que en el de Bobbie apenas había para alimentar a una mosca. Y cuando preguntó el poqué, su padre, con la boca llena, murmuró:

-Nada en el campo, nada en el plato

Había dicho la suya, como siempre. Papá podía siempre decir las cosas como si éstas estuviesen escritas en la Biblia, con el nombre de ella en el título del capítulo: <<Capítulo 33, versículo 14: Bobbie Lee no trabajó y, por tanto, no comió>>. No es de extrañar que, siendo papá diácono baptista, Bobbie Lee nunca dejase de acudir al trabajo, ni dejase de comer.

Ahora James se irguió y, para mantenerse en esta posición, colocó los brazos en jarras. Miró al cielo para averiguar la hora; podía calcular casi al minuto... papá y James, e incluso mamá, sabían hacerlo. En cambio, Bobbie Lee miraba al cielo y lo único que podía adivinar era el día..., que, en este caso, era el 3 de junio de 1953.

Regresaron juntos a casa, ella y James, sin decirpalabra. Y ella pensó que realmente se tenía que querer a una persona para sentirse cómoda a su lado sin necesidad de alborotar con charlas y tonterías.

También le convenía no tener que recurrir a la conversación, especialmente esa noche, pues muchas cosas bullían en su cabeza. Estaba preocupada por Billy Joe, que aparecía y desaparecía por las buenas, ocultándose en los bosques y maniobrando de noche como una aparición; asustándola francamente con las cosas que decía. Ella sabía que la gente le buscaba y, en primer lugar, su padre; pero Billy Joe le había hecho jurar más o menos, que no diría a nadie que le había visto dos veces desde su desaparición , y que volvería a verle cuando él regresara a casa, después de lo cual todo se arreglaría entre ellos. ¿No sería estupendo?

Sublime Amor JuvenilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora