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Corría por los pasillos de aquél aeropuerto, las lágrimas recorrían mis mejillas haciéndome ver patética, las personas que me aventaban o aventaba en el camino, me lo recordaban con cada mirada de pena qué lanzaban hacía mí, pero no me importaba, nada de eso podría importarme más que tu figura caminando a la puerta, con maleta en mano. A pasos de abordar el avión que te alejaría de mí para siempre, y la culpa de ello era sólo mía. Me arrepiento tanto de ese día; ese día que te aleje de mí.

Volví a gritar cuando logre divisar qué estabas solo a un paso de cruzar esa bendita puerta, mi corazón salto cuando por fin, entre tanto bullicio, pudiste escucharme y volteaste buscando el llamado o casi suplica, que hace segundos había soltado mi garganta. tus ojos se encontraron con los míos dejándote congelado, dándome tiempo para acercarme a tí y lograr tomarte del brazo

-No -volví a decir con el miedo a flor de piel, no quería perderte, no lo soportaría. -por favor, fue un error terminar.

Tu sonrisa le devolvió el color a mis mejillas, que ahora estaban empapadas por las lágrimas, te acercaste a mi colocando tus manos en mi rostro y con tus dedos trataste de limpiarlas. Mis ojos se cerraron unos segundos memorizando cada una de las sensaciones, que tus caricias provocaban en mí.

-Mírame -pediste y en ese segundo abrí los ojos. concentrándome en los tuyos, esos hermosos ojos verdes que desde la primera vez que los vi, fueron mi salvación y perdición.

-Volvamos a intentarlo -te suplique sin apartar la vista de ti, deseando con todo el corazón que aceptarás.

-ya no será lo mismo -sentenciaste, rompiéndome en mil pedazos.

-exactamente, no será lo mismo, será aún mejor.

Te dedique mi mejor sonrisa esperando que por fin aceptarás este trato y me dieras una segunda oportunidad.

Las mariposas en mi estómago comenzaron a cobrar vida cuando te acercaste más a mí, no lo podía creer, tus labios estaban a punto de tocar los míos, cerré mis ojos nuevamente para sentirlos, deseaba tanto volver a sentir ese roce que llenaba de electricidad mi cuerpo y hacia latir mi corazón a mil por hora.

Ya faltaba poco, podía sentir tu respiración hacer cosquillas sobre mi piel, un instante después logre sentir como tu pequeña barba picaba mí mentón, como siempre pasaba cada que estabas a instantes de besarme.

Justo cuando esperaba sentir tus suaves labios, mis ojos se abrieron recordándome con crueldad, que seguía en mi habitación, recostada en mi cama, abrazando una almohada empapada por las lágrimas de la noche.

Desde que te fuiste todas las madrugas eran iguales, siempre me recordaban que por más que lo deseará, nunca iba a volver a sentirme como antes, que el amor solo ocurre una vez y por mis miedos lo había dejado ir.
Sé que jamás volveré a amar a alguien de la misma manera y ese será mi castigo, por alejarte cuando aún te amaba.

Susurros del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora