En la pérgola, tú y yo

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Ya llevaban algunos minutos sin hablarse ni dirigirse la mirada, compartiendo únicamente el frio del escalón en el que se hallaban sentados. Él arrancó una flor de aquella pérgola que Chloe insitió tanto en hacer y que al final ni la usaron, comenzó a girarla desde el tallo, como si en ello se fuera su frustración.

Días atrás la señorita Bustier había anunciado que el colegio organizaría un baile; como era de esperarse los del último año se encargarían de la ornamentación y, cómo fue su idea, Chloe estaba a la cabeza. Ese día se pavoneaba de un lado a otro, dando órdenes a diestra y siniestra, sin hacer nada en particular.

—Lo hice hermano —exclamó entusiasmado—, Alya aceptó.

—Ves —respondió Adrien sin dejar de trabajar—, te lo dije, no tenías que preocuparte.

—Oye, no todos somos modelos de portada. Por cierto ¿a quién llevarás al baile? —Adrien estuvo a punto de responder cuando algo robo su atención y la de todos.

—¡Ya te dije que no! —sentenció Felix severo haciendo la vergüenza tiñera las mejillas de Bridgette.

—Felix. —Se acercó Lila haciendo a un lado a la recién rechazada—. Tú, yo y el baile, ¿qué te parece? —propuso en tono sugerente jugando con su corbata. La expresión de Adrien se transformó al ver una sonrisa ladina y cizañosa en su hermano: «No, no se atreverá a...»

—Perfecto, paso por ti a las siete.

—Mejor a las ocho.

Brid estuvo a punto de marcharse cuando una mano la detuvo.

—¡Genial! —intervino Adrien con voz nerviosa—. Pasaremos por ti luego de recoger a la chica más linda del colegio; claro, si ella acepta ser mi Valentín. —dedicándole a Brid una de las flores con la que estaban adornando la dichosa pérgola. Una igual a la que sostenía en este momento.

El murmullo de la fiesta chocaba con la tensión entre ellos. Con su peinado desarmado, su vestido manchado y sus cachetes inflados haciendo morisquetas; aun de reojo y enojada se veía tierna. ¿Cómo romper la distancia que los separaba? Resopló resignado: cómo hacerlo, después de todo lo que pasó.

—¡Qué rayos voy a hacer! —soltó al aire recargándose en el banco a orillas del río, se dejó llevar por sus sentimientos, esos que creía muertos hacía tanto y hoy de un momento a otro lo llevaron a hacer semejante proposición a su mejor amiga.

—¡¿Es en serio?! —carcajeó Nino—. Vamos, tú y yo sabemos que te gusta.

—Pero ella solo piensa en Felix.

—Hermano— le palmeó la espalda—, ¿no lo vez?, esta es tu oportunidad.

Al tocar el timbre, la voz de amigo hizo eco en su mente. Secó el sudor de su mano, Nino tenía razón: esa noche era su oportunidad y la aprovecharía, esa noche se ganaría su corazón. La puerta se abrió devolviéndolo de golpe a la realidad, erizándolo de la cabeza a los pies.

—¡Hola! —le saludo entusiasmada Brid—. Disculpa la demora, es que... —no supo que más dijo, se perdió en ella.

Se veía preciosa, ese vestido a la rodilla, su cabello negro semirecogido y sus ojos... con tan solo verlos una corriente eléctrica lo atravesó, justo como en aquella sesión de fotos, cuando ese par zafiros azules se tropezaron con él por primera vez.

— ¿Adrien?, Adrien. —a chasquidos lo despertó.

—Sí, sí...—respondió nervioso, cuánto tiempo se habría tildado—. ¿Te parece si vamos, "Ladybug"?

—¡¿Ladybug?! ¡¿Yo?! —exclamó irrisoria—. ¿Qué, qué te hace decir eso?

—Tu vestido, rojo, puntos negros...

En la pérgola, tú y yoWhere stories live. Discover now