Antes de conocerte

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La vida en preparatoria es interesante, es difícil. Bueno, en si la vida es así. 

Día y noche pensando en que pasaría mañana. Mi primer día en bachiller. Nervios, nervios, me carcomen el estomago. No es más que otro nivel de escuela, si, aja... nada más. Como si eso no fuera suficiente. 

- ¿Y si es muy difícil? - pregunte a mi mama.

- Yo se que tu podrás con ello, lo sobrellevaras - contesta. 

Claro, sobrellevar. ¿Por qué yo debería de sobrellevarlo? ¿No puedo simplemente rendirme?

- ¿Siempre si serás tu quien me lleve al bachiller? - aja... estoy pidiendo a mi madre que me lleve al bachiller, lo siento, tengo tan solo 16 años y como dos miligramos de valentía y también como un 1000% de desconfianza a esta sociedad.

Nunca he salido sola a la calle, bueno no más allá de la tiendita o la tortillería. He ido al cine, con mis hermanas. Incluso me era difícil regresar de la secundaria sola, y eso que tal institución quedaba a 15 minutos caminando. Cobarde. Lo sé. 

- No - mi corazón se detiene- irá tu papa - fiu...

- Ah, okey, esta bien. Si sabe que es temprano ¿verdad?

-Si, ya tengo preparada la alarma. No te preocupes. Llama a tus hermanas pa... - la verdad no tengo ni idea de lo que siguió a eso. Soy bastante distraída, cuando mi punto está aclarado. Pierdo bastante fácil el interés. Solo recuerdo que mi madre hizo un gesto de desapruebo y camino hacia el cuarto de mis hermanas. 

Yo no tenia hambre, yo solo quería que el tiempo se detuviera. Aun sin hambre logre comer cerca de 6 o 7 tacos de suadero casero, el cual a mi madre le queda ESTUPENDO. Imagínense, y sin  hambre. Asi de buena cocinera es mi mama. 

Me dirigí a mi recamara, mi pequeña y acogedora recamara. Cuando entras el aroma a chocolate te golpea en la cara a tal grado de dejarte con un pequeño moretón en forma de sonrisa. "No puedes evitar sonreír cuando entras aquí", una vez lo dijo mi prima, Sofi. Es cierto. Aunque a veces la realidad es más pesada que el aroma a chocolate. 

La puerta es de madera, falsa; al fondo (que es cómo a 20 pasos de la puerta, ja) hay una pequeña ventana. Las paredes limpias color rojo, vino, por ahí. Contrastado con un piso color gris de material loseta y un techo color popo (según mi hermano menor). De muebles, poco poseo. Que ni los poseo porque son de mis padres, cuento con un pequeño tocador color madera, un closet rectangular color blanco beige y mi cama. Mi hermosa cama. ¿Quién en esta vida no ama su cama? La mía en especial, tengo que decirles, es estupenda. 

En la esquina hay una silla que robe del comedor a falta de quien la usara. Sobre ella hay una mochila, mi mochila, el articulo que me acompañaría a partir de mañana. Mi compañera desde el principio. No exagere esta vez, pues solo puse lo necesario para el primer día: una libreta, una pluma, una botella con agua, mi horario, un croquis de la escuela (es gigantesca, madre de dios, a donde me fui a meter), mi monedero, mis llaves, una crema para las manos, mi cargador del celular, mi labial humectante, papel de baño, mi pastilla contra dolor de cólicos, una toalla sanitaria (¿Quién sabe?) y mis pantalones, unos grandes, los iba a necesitar.

Me fui a acostar temprano, prendí la televisión y miré un programa, no se cual no puse atención. Cuando comencé a sentir los parpados cansados apague la televisión y la luz de mi cuarto. 

- ahhhhhhhhhh- pensé por mis adentros, y patee un par de veces al aire. Perdón aire.  


No existe un "nosotros"Where stories live. Discover now