Té negro y perfume de cereza; La ilusión de un beso.

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No sabía en base a qué había llegado a tener ese trabajo, se le presentaron oportunidades más... diversas y entretenidas. 
Era lunes, el día de reprocharse todas las, según ella, malas decisiones.
Y justo cuando creyó que no tenía más puntos, recuerda a Wendy. Tan particular por su manera de vestir y de caminar, incluso la admiraba.
Las maravillas que contaban sus compañeros se quedaron cortas cuando la conoció. Le derramó, accidentalmente según testigos de la escena, café la primera vez que la vió. Su jefe se rió y se disculpó de Wendy diciendo, « Ella siempre es torpe, no es nada personal, por si lo crees. Anda, ve a cambiarte, que te necesitamos. »
No le creyó ni una palabra. Estaba segura que Wendy la odiaba y quería que se fuera, pero ella es muy orgullosa; es una chiquilla estúpida, puede con eso.
Pero entonces, ¿no se supone que son adultas y pueden arreglar ésto de otra manera?
Lo intentó arduamente. Preguntó en su planta qué horas tenía para comer, la espió una semana entera. ¡Pero no sirvió de nada! El día que se decidió a hablar, Wendy estaba tan ocupada ignorandola. Mantenía la mirada baja y las manos entrelazadas de forma nerviosa. Lo único que recibió cuando terminó de mostrar sus puntos fue un « Lo siento. » y una reverencia exagerada.

Se arrepintió de haber « hablado » con Wendy. Porqué después del hecho, la encontraba cerca de su espacio de trabajo e intentaba sacar plática, le llevaba dulces o café. Según ella para “ volver ameno el ambiente ”

Llegó a su lugar, después de dejar sus cosas en su casillero, y ahí estaba Wendy. Sentada en su escritorio a pesar de haberle repetido incontables veces que no lo hiciera.
— ¿Qué, hoy no me dirás nada sobre dónde estoy sentada?
— No, hoy no. — Principalmente porqué estaba de mal humor... ¿desde cuándo le importa eso? — Te lo he dicho las veces suficientes para que puedas recordarlo tú misma, ¿no es así?
Sonrió victoriosa, seguro así ya no quiere hablar de su gatito que le recuerda a un lugar de Japón.
— Está bien. Yo sólo vine a dejarte café, ¿si lo quieres verdad?
La agarró por sorpresa, es la primera vez que se va tan pronto. Ésto era lo que esperaba desde el comienzo. Sonrió y asintió, le quedó un sabor amargo. ¿Qué significa esto?
Dejó el café delicadamente sobre el escritorio y se fue. No dijo nada solo... se fue.
Se sentó y agarró el vaso. Estaba enojada, no podía reconocer ese sentimiento arrebatador. No sentía nada familiar, ésto era nuevo, pero no tenía miedo. Que extraño.
Sorbió un poco y se sorprendió aún más, Wendy nunca se equivoca cuando le deja su café.
Estaba avergonzada, ella no iría a cambiarlo. Así que lo terminó, después de todo, no sabía tan mal.  Y se sintió un poquito más sorprendida cuando Wendy no fue a reclamarle nada.

Entradas las dos de la tarde se permitió ponerse de pie, a veces le molestaba el hecho de ser secretaria, había días tan aburridos en los que solamente tenía que corregir errores ortográficos y ni tiempo le daba de comer. Llegó al comedor y le dió un vistazo, esperaba verla, en cambio lo que recibió fue al insistente pretendiente que tenía en ese área de la empresa.
Trató de ocultar su molestia y le sonrió cortésmente.
— Vaya. Hoy hueles a cereza. ¿Será la loción que te regalé?
— Lo es. A pesar de todo, no eres malo escogiendo fragancias femeninas. Deberías ser igual de selectivo con los que usas tú.
Después de las risas se formó un ambiente incómodo. Él me miró, pasó la mano por su nuca y se meció lentamente hacia mí.
— Quiero invitarte a salir. ¿Crees que después del trabajo puedas darme una respuesta?
No pude responderle porqué ya estaba muchos pasos alejado de mí. Cerré el puño y suspiré profundo. No se cansaba. Siempre terminaba saliendo con él porque me daba pena romperle la ilusión, hoy estaba dispuesta a decirle que me dejara en paz. Que podríamos ser amigos sí quería, pero que no va a pasar algo más.

Parada en frente de la máquina expendedora, sentí una presencia detrás mío, y después unos brazos delgados que me fueron abrazando con parsimonia. La forma en que era sostenida mi cintura era una mezcla de tranquilidad y preocupación.
Su respiración acelerada me causó curiosidad. Esperaba expectante que dijera algo.
En lugar de palabras tontas y explicaciones banales, recibí un beso en la nuca. Sus labios temblaban, como sí llevase mucho tiempo deseando hacerlo. Lentamente desenredo sus brazos, su calidez se fue paulatinamente y yo me quedé ahí, con la ilusión de un amor correspondido.

Espero que les gustara. Sinceramente, me divertí escribiéndolo.
¡Gracias!
Siempre hay errores en la narrativa¡aaaaah! Lo siento. Debí leerlo de nuevo antes de subirlo:(
Hay mucho que corregir, lo haré lentamente? jajajaja

Wendy, cállate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora