Carta de Azkaban

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"Querido Remus:

Primero que nada lamento mi malaprendida manera de escribir cartas. Nunca comprendí nada sobre el tema, al contrario que tú, que devorabas libros en dos días y tenías una caligrafía perfecta.
Bueno, no vine a halagarte. (Quizás un poco si fuera necesario, así me perdonarías aunque fuera por algo que no hice).
Los días son largos aquí. No hablo con nadie, y me dejan enviar una o dos cartas cada tanto tiempo. Solamente puedo enviartelas a ti, ya que..debido a lo que ocurrió, no tengo a quién más.
Quiero salir, ya no lo soporto, los únicos recuerdos que no me pueden sacar, son quizás aquellos en los que estabas llorando, o Cornamenta perdía un partido de quidditch ya que no son del todo felices.
Pero para mí, son suficientes, porque ustedes están ahí. Solo eso me queda. Tan poco como mi cordura, como mi paciencia. Te lo imploro, Lunático, yo soy inocente. No sé que pasó, fue la estúpida rata que delató la ubicación de Lily y James. Y... El niño. ¿Sabes algo del niño? Pobrecillo. No se merecía algo así. Uh. Me están apurando para que entregue la carta.
Por favor, tienes que confiar, Rem.
Soy inocente, yo no haría tal cosa."
Leyó Remus Jhon Lupin con un suspiro y sin saber qué demonios hacer. Ay, por merlín, ¡qué desastre!
Dos de sus amigos muertos, y uno culpable de un homicidio que ni siquiera podría averiguar si era real.
Él estaba solo. Muy, muy solo.
En sus transformaciones en luna llena, solo.
En las mañanas, tardes y noches solo.
Hasta cuando empezó en hogwarts estaba solo.
Cuando re ingresó al colegio, esta vez como profesor y no como un alumno, sintió un vacío tremendo.
Y otra vez.
Pasó por la plataforma, solo.
Viajó solo.
Entró al gran salón, solo.
Una de las primeras cosas que hizo Lunático, ahora conocido como "Profesor" o "Profesor Lupin" fué pedirle a Dumbledore, ese gran hombre que lo dejó entrar por primera vez a la sala común de Gryffindor, que lo dejara entrar una nuevamentecuando no hubiera nadie. Y sucedió.
Entró, pronunciando la contraseña.
Y fué al lugar dónde estaba la habitación de los chicos, recordó con anhelo y con ojos llorosos todos los momentos vividos. Vió, como si fuera una ilusión, a sus 3 amigos riendo. Dos de sus amigos muertos, y uno culpable de un homicidio que ni siquiera podría averiguar si era real.
De repente, vio que en la que en ese momento había sido la cama de James, había un baúl, con un nombre en una pequeña etiqueta.
Harry Potter.
Y ahí, ya no se sintió tan solo. No era lo mismo que con sus amigos, pero se acercaba bastante. Si bien el pequeño tenía solo 13 años. En cuanto lo vió, vió en el, los ojos de su madre. El pelo negro, tan oscuro como el de Canuto, los lentes, como los de su padre. Y se vió reflejado, en el hecho de que ese niño, tenía la misma mirada que él, en que confiaría todo, y hasta su vida en sus amigos. Y entonces,
ya no se sintió solo.

Los merodeadores(Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora