III.- Dos palabras.

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III. Dos palabras...



Quedan de verse una de tantas tardes. 



Un rastro de lluvia dibuja la ciudad y Seúl parece más pálido con su rostro mojado. El río Han se vislumbra a lo lejos y sus pasos esquivan los charcos, esas huellas de agua que lo conducen por un sólo sendero. Hay un cerezo aún sin flores y las personas son apenas figuras de porcelana moviéndose en sus abrigos pretendiendo huir del frío.


Y lo ve a lo lejos.


Saeng. Heo Young Saeng.


Young Saeng-ssi.


Podría referirse a él de mil maneras, desde la más formal a la informal, pero solo se le ocurre una: Saengie. Su Saengie... Cómo si tuvieran otra vez diecinueve años. Cómo si aún quedaran huellas de un primer beso.


Antes de hablarle siquiera, Young Saeng ya lo ha presentido. A pesar de la gorra y del cuello del abrigo levantado para evitar que los demás lo reconozcan. Lo mira sonriendo y avanza hacia él. Se encuentran frente a frente con apenas unos pasos de distancia. Se miran, se reconocen, se buscan los cambios trazados por el tiempo, se buscan rastros de lo que la lluvia, la tormenta dejó, mientras las manos de ambos pretenden entibiarse en los bolsillos de sus abrigos.


Hyun no está para esperas. Es directo, es sorpresivo, es siempre tan 4D. - Dímelo sin testigos. - Pide, exige. Así ese par de palabras tomarán un tinte cierto y dejarán de ser sólo un flirteo.


- ¿A qué te refieres? - Molesto, odioso, pícaro y travieso. Eterno Young Saeng.


- Young Saeng... - Murmura Hyun con impaciencia.


- No sabes hablar coreano...


Sus hoyuelos insolentes se realzan en su rostro. Sus ojos brillantes de travesura. Hyun bufa y rueda los ojos.


¿Treinta y tantos años y tiene el descaro de comportarse cómo un chiquillo?


Hyun ahora no conoce la paciencia. - Young Saeng... - Advierte.


- ¿Qué hacías intentando hablar en otros idiomas? - Ríe.


- Young Saeng...


- ¿Por qué usaste una camisa igual a la mía? ¿Tratabas de insinuar algo?


- Young Saeng...


- Te amo...


- Young... - Se detiene. Las ha dicho. Con una suavidad que las hace más ciertas. "Esperaste por mí, después de la lluvia". Podría pensar, si no tuviera el cerebro embotado por dos simples, inmensas palabras.


Sus dedos cosquillean dentro de los bolsillos de su abrigo. Separados por apenas unos pasos, Young Saeng brilla sin parecer que el tiempo ha transcurrido. Sus ojos, esos ojos que siempre causaron cierto embrujo en él, parpadean un poco pero son un espejo de que todo es cierto.


- Young Saeng. - Pronunciar su nombre lo equilibra. Lo sostiene. Quisiera acortar los pasos y besarlo, pero sabe que es preciso encontrar el momento oportuno.


Sin embargo, "oportuno" no aparece en el diccionario básico de Young Saeng. Es él quien avanza esos pasos. Es él quien enreda los brazos alrededor del cuello de Hyun simulando un simple abrazo. Es él quien desliza sus labios disfrazada, sutilmente y atrapa los suyos con un beso guardado en tiempos de lluvia y espera.


- Young Saeng... - Susurra Hyun pues sólo él resulta ahora verdadero.


- No te preocupes, nadie nos presta atención. - Murmura Saeng con divertido acierto y lentamente se separa. - Te amo. - Vuelve a repetir bajo un árbol de cerezos todavía sin flores.


La lluvia comienza a caer y a Hyun, Saeng nunca le había parecido tan genuino, tan precioso.


- Vamos, te invito un café. - Saeng avanza y saca una mano de su bolsillo. La estira hacia Hyun que responde en el acto. Sus dedos se rozan, se reconocen, vuelven a encontrarse. Caminan hacia el café mientras Seúl luce más pálido con su rostro mojado.


Dos palabras.


Palabras que giran y encierran todas las sonrisas y estrellas y soles del mundo.


Fin.

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