Una Cita | JiKook | OS

Capítulo Único

"AU Donde Jeon Jungkook siempre visita el restaurante de Park Jimin solo para que este le cocine."

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El sol apenas se asomaba desde las colinas al sur de la ciudad, Jungkook se levantó con el sonido de su celular, la melodía era de Nothing Like Us de Justin Bieber, su artista favorito; Jungkook era de esos jóvenes que no dejaban influir por lo que las personas decían, era de esos chicos despreocupados, que no le veían mal a nadie, le gustaba leer de esos libros que nadie quería en la biblioteca, algunos trataban de un chico en busca de aventuras, otros en donde se descubría el nuevo mundo, otros de terror o suspenso en donde un nuevo ser era creado o, las trilogías, como la de Nora Robert Hermanos de sangre, ¡Oh! Esos libros si le gustaban, pero los que si eran sus favoritos eran los que las personas denominaban como clichés, como su amigo Taehyung; esos libros que trataban de una joven enamorada por un chico común, que pasaban por dificultadas, pero con amor y justicia las superaban.

Ese amor único y puro que se mostraban en esos libros era lo que quería experimentar nuestro joven Jeon, y hoy tal vez sería ese día donde tal vez lo que buscaba se cumpliría.

Se levantó como un rayo de su cama, y se fue al baño, en donde tomo una ducha de 5 minutos, — porque, por estar pensando en no sé qué cosa, se le fue el tiempo. — haciendo sus respectivas necesidades, como cepillarse los dientes, hacer del dos y del uno, y lavarse su hermoso rostro, pero no es que él fuera egocéntrico, no para nada, pero tanto juntarse con su primo SeokJin le estaba afectando.

Al salir observo el reloj de su habitación, había ahorrado tiempo al tomarse esa ducha estilo militar, por lo que se despojó de la toalla que rodeaba su delgada pero a la vez varonil cintura y se dejó ver como Dios lo mando al mundo. Fue a la gaveta en donde estaban sus pares de bóxer, azules, negros, rojos, entre otros muchos colores que se le eran pesado recordar, escogió unos azules rey y se los puso, pasándolos por sus torneados muslos, luego por su pelvis hasta ajustarse en su estrecha cintura.

Se acercó a su armario, escogiendo unos Jeans de mezclilla, una camisa de vestir amarilla, y se remango las mangas hasta los codos, y unos zapatos de vestir, simple, estilizado y limpio, además de que obviamente ese color le quedaba. Cuando ya se hubiese vestido, se acercó al espejo de cuerpo completo y coloco un poco de maquillaje en su rostro no sin antes aplicar protector solar, porque claro tenía que cuidar su perfecto rostro, de eso vivía y el sueldo no se pagaba solo.