Cuando la rabia y la pena se juntan crean una sensación extraña en el cuerpo. La tristeza la quiero ocultar y la rabia sólo desea salir como un río que se desborda. Pero las cosas se mezclan, todo ocurre al revés, esa rabia que no sabe cómo escapar se agarra de las lágrimas y sin dejarle espacio a la tristeza arranca. Te quedas allí, sólo tú y la tristeza.