Quiero pedirte perdón por tantos esfuerzos desmedidos, por todos los sentimientos insanos que te he metido y por cada vez que dije que estaba bien cuando estabas más que destruida. Perdóname por confundir esos suspiros silenciosos que advertían la proximidad de la caída con expresiones de vida, nunca pensé que sería el aviso de tu huida. Desde que no te siento han crecido más miedos que metas y ya no me emociona ver el amanecer. Por el contrario, apreciar el atardecer me regala más instantes de calma y algunos gramos de esperanza. Considero que son los finales más bonitos que conozco. Ocasionalmente, me pierdo ansiando ser la luna por su fuerza de brillo ante toda la oscuridad con la cual lucha... Y aún así, desde aquí, la siento tan herida como tú, son contados quienes realmente se han acercado a conocer lo que oculta la oscuridad de su otro lado. Perdóname por haberlo ignorado.
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