Ocho Movimientos

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  Según el calendario, no pasó mucho tiempo, pero siento como si hubiese sido una eternidad.

  La despojaron de su vida. Dejándome con tan solo una muñeca rota entre mis brazos. La que era la luz de mi existencia se apagó de repente.

  Ahora no me queda nada. O al menos nada que valga la pena. Ya no...

  Mis ojos están puestos ahora en el parabrisas empañado. Apagué el motor del auto hace una hora, cuarenta y cuatro minutos.

  Cada segundo de la espera es agonía y furia que se acumulan dentro de mí.

  Sé que hay cuatro dentro del departamento, hay uno más en la terraza, y otro afuera en el balcón, fumando impaciente. Si el pobre supiera lo que está esperándole, estoy seguro de que disfrutaría más pausadamente ese cigarro.

  El mío se consumió en el cenicero sin que me diera cuenta, se apagó en un instante, sin previo aviso, tal como la vida de mi pequeña.

  Una vez le prometí que dejaría de fumar, y así lo hice... Todo sea por mi pequeña.. Pero las cosas son diferentes ahora, ella no está conmigo. Y un hombre que ya está muerto no tiene por qué temer a nada, ni siquiera al cáncer.

  El ruido del portón deslizándose toscamente me retrae de mis pensamientos, se está acercando el momento.

  Mi corazón y mi mente se aceleran cada vez más, como si intentaran reemplazar al apagado motor del vehículo.

  Mi palma se está cerrando con impaciencia, alrededor de la empuñadura de mi Colt.

  "Calibre .45..." Un recuerdo de una época oscura. Era más joven, estaba desesperado y no tenía nada que perder. Ahora pasó mucho tiempo, y aunque me tomo las cosas con más calma, todo lo que tenía lo perdí.

  Nunca imaginé que volvería a sentir el frío y pesado metal en mi palma. Al menos no en éstas circunstancias. Nunca podría haberlo imaginado.

  Ésta será la última. Te lo prometo...

  Ocho cilindros metálicos, uno en la recámara y siete en el cartucho.

  Un movimiento rápido del pulgar para desactivar el seguro.

  Ocho movimientos rápidos del índice para descargar la ira de Dios.

  Por desgracia, no voy a poder darme el lujo de tratarlos de la misma forma en que la trataron a ella. Apenas se produzca el primer disparo, el reloj comenzará a correr. Y el tiempo del que dispongo es poco, siempre lo fue.

  Lo que voy a hacerles va a sentirse como una caricia comparado con las cosas que me gustaría hacerles, las cosas que contemplé en mi cabeza, mis fantasías mas oscuras...

  Suspiro.

  Las fantasías no siempre se vuelven realidad.

  Que suerte que tienen, lástima que no lo sepan.

Desenfundo mi arma y abro despacio la puerta del auto. Y comienzo a caminar hacia el portón...

  Un movimiento rápido del pulgar.

  Y ese chasquido metálico inconfundible.

  Ocho movimientos rápidos del dedo índice.

Todo sea por mi pequeña...

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