PRÓLOGO

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Las mañanas del sábado en Colorado Springs suelen ser pesadas. Es por ello que permanezco en mi cama hasta las nueve. Pero hoy no es un sábado cualquiera. Hoy voy a ver a Karen, quien regresó a la ciudad después de viajar con sus padres. Karen es mi novia, lo ha sido desde el sexto grado, cuando sólo éramos nada más que unos niños ingenuos. Hasta que se convirtió en la segunda mujer que más amo en esta vida, junto a mi madre.

Me levanto de la cama de exabrupto e inmediatamente abro la ventana y corro la cortina. El sol afecta mis ojos verdes como los de mi gato Sam. Contemplo unos minutos el vecindario, lo cual se me ha hecho ya una rutina antes de dirigirme a la ducha. El agua es perfecta a esta hora. Nunca pedí un tonto calentador, motivo por el cual mi padre estaría orgulloso. El General de la casa nunca habría concebido ver a alguien bañarse con agua caliente en esta morada. Mi cabello ha crecido exageradamente; un buen corte no me caería nada mal.

A Karen le gusta verme con camisa formal y corbata, por tal motivo hoy le daré ese gusto. Ajusté el nudo y mi atuendo está impecable. Pero tengo problemas con mi cabello. Después de unos segundos viéndome al espejo se me ocurre robarle un poco de gel a Evan. Mi hermano y yo hemos establecido ciertas reglas con respecto a no entrar a la habitación del otro sin previa autorización. Pero en esta ocasión no me quedó otra opción que violentar ese acuerdo.

Al bajar al comedor, la música es ensordecedora. Mi madre es amante de la música clásica, en especial la ópera, ¡vaya gusto! Todas las mañanas enciende su vieja grabadora que tiene más años que Evan y yo juntos.

— ¿De quién es el entierro? — digo en son de chiste.

— ¡Buenos días Patrick! — responde ella tratando de hacerme entrar en cordura.

Esa aburrida música se empieza a opacar por el olor a los hot cakes que son puestos en la mesa por Evan. No es por nada pero mi madre prepara los mejores hot cakes de la costa oeste.


— Supe que Karen regresa hoy.

— Si mamá, de hecho ahora voy a verla.

— Salúdala de mi parte y dile que me da gusto su regreso.

Hago muecas en señal de afirmación, pero luego de tres bocados me doy cuenta de que Evan no deja de observarme.

— Ayer vi tu bote de gel para el cabello en el cesto de la basura y

SOMEDAY / Algún díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora