어리석은

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¿Como debería comenzar esta historia? No es como si importase, de cualquier manera el inicio de esta ridícula historia no es muy importante, tampoco sé cómo debería llamarse... quizá "La ridícula historia de un enamorado", si ese título queda perfecto con mi patética vida, nunca pensé que llegaría a este nivel, creí que sería capaz de confesar mis sentimientos a esa persona, que por más que intento no puedo olvidarla, a pesar de que evite pensar en lo mucho que me gusta, siempre hay algo que derrumba mis inútiles intentos, solo sabía su apellido, y es gracioso que al principio de todo este fiasco nunca le tome importancia, ni siquiera sabía quién era, pero seguía escuchando de él.

¿Debería decir como supe de él? Supongo que sí, bueno por donde comienzo, ¡Ah! Ya sé.

El día que escuche por primera vez su apellido, no lo recuerdo con exactitud, me encontraba con mis amigos Taehyung; un chico de brillante sonrisa, la cual tiene una forma bastante peculiar, parecía un rectángulo, es extraño para unos, pero para mí es único, tiene cabellos castaños, más alto que yo, como todos es este mundo, habla mucho, al menos conmigo lo hace, pero con los demás es reservado; y Jungkook; este tipo cara de rata, siempre molestándome, pero a pesar de todo lo quiero, cabellos negros, y sumamente inteligente, a pesar de que en la mayoría de las clases que tenemos se la pasa dormido siempre contesta acertadamente todas las preguntas que le hacen los profesores, mágicamente diría yo, eso no es de dios. Me salí del tema, no lo creo, bueno... nos dirigíamos a la cancha de esa pequeña escuela, de dos pisos, pero compartida con primaria y secundaria, sí por si no lo mencione iba en ese entonces en secundaria, mi último año, la escuela era de paga, pensaran debe ser rico, pues no la mayoría de mis compañeros lo eran, Taehyung y yo no somos adinerados pero nuestros padres con mucho esfuerzo nos pagaban la escuela, sinceramente nunca quise ir a esa escuela hubiera preferido ir a una de las tantas escuelas públicas que se encontraban en Seúl, pero mis padres insistieron en que esa escuela era más segura, que no habría problemas porque es cerrada y dentro estaba el amigo de mi padre, lo peor pensé, pero al entrar me di cuenta de que era muy bella, pintada de verde, los patios de adoquines rojos y negros, no tenía muchos alumnos, pero eso nos permitía convivir más, las puertas de los salones de un gris muy feo para mi gusto pero que le iba a hacer, dentro de cada salón estaban butacas algo dañadas, pensé que siendo una escuela privada habrían mejores instalaciones, pero erre, en fin... llegando a la cancha fuimos a una de las dos palapas que ahí se encontraban, nos sentamos y saque mi almuerzo que costaba de un sándwich y una manzana, comenzamos a comer cómodamente, se acercaron unos chicos que iban platicando muy animadamente.

-¡Min es genial!- Dijo uno de ellos, el más bajo de todos los del salón, eso era una ventaja para mí ya que podía presumir de mi estatura con él.

-Lo sé, como puso en su lugar a Henry, no esperaba menos de Min- Dijo otro.

No tome importancia a lo que decían, seguí comiendo y esa fue la primera vez que oí de él, pensé que era un brabucón, o algo por el estilo; al estar en último año de secundaria tenía que ir a aplicar examen a un instituto, para seguir con mis estudios, Kook, Tae y yo iríamos a aplicarlo al instituto Kwang, uno de los más prestigiados y difíciles de entrar, pero algo me decía que quedaríamos dentro, no contaba con que se sacaban unas ridículas fichas, para poder hacer el dichoso examen, pero eso no fue lo peor, lo malo fue que teníamos que hacer fila y esta la hicimos un día antes éramos cientos de aspirantes y eso aminoraba las probabilidades, al estar acampanado pasamos frio pero no le tomamos mucha importancia, nuestros padres pusieron una clase de carpa y nosotros pusimos unas colchonetas, cobijas y cobertores nos arropaban en la madrugada, estaba cómodamente dormido cuando sentí que la pesada lona me cayó encima, al levantarme furioso, note a tres chicos riéndose, uno de ellos pálido, su piel blanca lo hacía resaltar de los otros dos, tenía una sonrisa, que aunque odie admitirlo era hermosa, sus cabellos rubios, y alto, quizá unos centímetros más que yo, sus amigos uno de ellos de piel morena y cabellos igualmente rubios, al sonreír se le formaban unos hoyuelos, este era enorme, me sentí más enano de lo que ya soy, el último de ellos de cabellos castaños y cara de caballo, se movía extraño cuando reía, pero igual los tres eran atractivos.

The ridiculous story of a loverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora