Prólogo.

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Harry estaba muy seguro de estar muerto. Lo último que recordaba era un Avada Kedavra dirigido hacia él, lanzado por el mago oscuro Voldemort, y después todo fue oscuridad.

Cuando abrió los ojos se encontraba en lo que parecía una estacion de trenes. Todo era blanco y estaba completamente desierto pero por alguna extraña razón él no tenía miedo.

—Bienvenido, mi querido muchacho —Harry escuchó que alguien dijo detrás de él y giró rápidamente para encontrarse cara a cara con quien fue su director, Albus Dumbledore.


Harry, mucho después de la muerte de Dumbledore, se había dado cuenta de muchas cosas. Gracias a sus amigos, a sus verdaderos amigos, había descubierto el gran engaño que había estado viviendo durante toda su vida.

La mayoría de las personas solo lo veían como el "niño-que-vivó", como un arma que todos quieren usar a su beneficio. Nunca como una persona con sentimientos.

Solo le consolaba saber que aún había personas que se preocupaban por él, por el verdadero Harry, no por la figura pública. Aún había personas que lo querían y que no buscaban ningún beneficio, que lo cuidaban y apoyaban.

—Dumbledore —saludó Harry con tono serio.

Albus Dumbledore sabía que el muchacho, en cuanto llegó ahí, había recibido toda la información que él no quería saliera a la luz y que solo Dumbledore sabía. Lo consolaba el saber que Harry estaba muerto y que nada saldría de ese lugar.

Harry ya sabía todo lo que se había hecho a sus espaldas y en su ignorancia. Ahora tenía conciencia de los juegos y manipulaciones que Dumbledore hizo con él. Como el hecho de haberlo dejado con los Dursley para que lo hicieran débil y vulnerable ante las muestras de cariño, solo un niño ansioso de recibir amor. El pago que recibía mes tras mes Molly Weasley para aparentar quererlo como una madre cuando ni siquiera quería a sus hijos; ella era una mujer fría que solo veía los beneficios de casar a sus hijos con personas ricas e influyentes.

Ahora Harry sabía todo y no había forma en que el niño se dejara engañar. Ya nadie tendría poder sobre él y no sería tan ingenuo como para seguir dando su confianza libremente.

Dumbledore se había arriesgado a destruir muchas vidas al decidir aparecerse frente a Harry. En el lugar donde se encontraban, si había dos o más personas, todos verían la vida y secretos del otro. Nada se podía ocultar después de la muerte. Él no sentía remordimiento ni se arrepentía de todo lo que le hizo a Harry, era solo un medio para llegar a un fin, ¿lo hizo sufrir? Si, si lo hizo pero era necesario para ganar la guerra. Una guerra que él provocó con sus manipulaciones si era sincero consigo mismo.

Harry lo miraba con odio, un odio tan intenso que no había necesidad de palabras para expresarlo. Antes de comenzar a reprocharle escuchó un sollozo a sus espaldas, sonaba como el llanto desgarrador de un bebé.

Rápidamente giró y lo que vio lo sorprendió, era un bebé, ¿cómo es que había llegado ahí? ¿cuánto tiempo llevaba ahí? ¿por qué estaba en ese lugar?

Harry, olvidando momentáneamente su enojo, rápidamente corrió para levantarlo del suelo, no podía permitir que siguiera llorando. Antes de logar su cometido chocó contra una barrera invisible, algo no lo dejaba avanzar y mucho menos sostener al bebé.

—La barrera no te dejará pasar a menos que seas consciente de quién es o que tengas buenas intenciones, y no creo que las tengas al darte cuenta quién es ese monstruo.

Harry volteó a ver a Dumbledore pidiendo explicaciones, ahora sabía que el viejo mago no podía mentirle, al menos no ahí y ahora estaba obligado a hablar con la verdad.

—Eso —apuntó Dumbledore con repugnancia y un poco culpable—. Es el fragmento del alma de Tom Riddle.

Si Dumbledore esperaba ver odio o asco en el rostro de Harry se decepcionó enormemente. La mirada de Harry brillaba con curiosidad y sorpresa.

Harry miraba impactado al bebé que representaba el alma del que alguna vez pensó que era su enemigo. Oh, Voldemort era malvado e intentó matarlo demasiadas veces pero ya no pensaba en él como su enemigo.

Era un bebé hermoso que representaba la fragilidad e inocencia de Tom Riddle, todo eso que Tom no pudo ser en su infancia o en su vida por culpa de Dumbledore.

Tenía la seguridad de que si Dumbledore hubiera apoyado al joven Tom, si lo hubiera dejado quedarse en Hogwarts durante las vacaciones y no en el orfanato con todo ese abuso que sufría, hoy en día todo hubiera sido tan diferente. Pero el hubiera no existe y no tenía sentido quedarse estancado en el pasado, no podía cambiar lo sucedido pero si cambiar su futuro.

—¿Así que estamos muertos tanto él como yo?

—Si y no —se lamentó—. Tu aún puedes volver, es tú elección. Sin embargo, esa cosa no debe hacerlo. No puedes dejar que un alma corrompida vuelva al mundo de los vivos ya que haría lo que siempre ha hecho, causar muerte y desgracia a todo el mundo. Te aconsejo que ni siquiera pienses en tocarlo, mucho menos levantarlo del lugar en donde está.

Eso fue lo peor que pudo decir Dumbledore o lo mejor, depende de a quién se lo preguntes.

Albus Dumbledore miró con derrota a su pupilo, al joven que habia sido su peón, su marioneta cuando estaba vivo. Albus veía impotente las acciones de Harry Potter quien, revelandose a sus órdenes, tomó al bebé que representaba el alma perteneciente a Tom Riddle.

Dumbledore sabía lo que eso significaba y no era nada bueno, no para él y mucho menos para el mundo. Si ese engendro lograba salir volvería a intentar destruir todo y el mundo mágico ya no contaba con Dumbledore para detener a Voldemort.

—No lo hagas mi muchacho, no tienes idea de las repercusiones que tendrá para ti —Dumbledore intentó desesperadamente tomar del brazo a Harry pero ahora la barrera los protegía.

La Muerte protegía a los inocentes y aún más si estaba en los brazos de su Amo.

Harry no quiso saber nada más, no quería hablar con Albus Dumbledore, al fin de cuentas ya lo sabía todo. Ahora sabía en quién confiar y en quién no. Tomando su decisión, cuadró los hombros y sostuvo al bebé sollozante en sus brazos intentando calmarlo.

Con sus ojos fríos veía con enojo a Dumbledore pero se percató de la aparición de una puerta. Algo hizo que se acercara pero la voz de Dumbledore lo detuvo.

—Espera —dijo con precaución viendo la espalda de Harry. Aunque no quisiera admitirlo temía a Harry—. No puedes llevártelo —hizo ademán de acercarse pero al final se detuvo—. Por favor, no lo hagas —rogó desesperadamente.

Harry ni siquiera volteó a mirarlo, Dumbledore ya no tenía nada importante que decirle y tampoco le interesaba escucharlo. A partir de ahora no dejaría que nadie dicte en su vida, ya no sería un ingenuo manipulado.

Así que sin importarle las consecuencias atravesó la puerta y todo se volvió oscuridad.

Viviendo la vida que debió tener. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora