CAPÍTULO III

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Sentía todo lo cuerpo temblar de dolor. Mi garganta comenzó a doler de tanto gritar por el dolor que mi cuerpo emanaba de una forma delirante y otro grito fue liberado al su mano cubierta por un guante en mi interior. La dirigió a su siguiente objetivo, el cual era otro órgano, de mi sistema.

Le suplicaba, rogaba que se detenga; porque ya no lo soportaba más.

Pero ignoro mis súplicas y con una sonrisa siniestra en su rostro sacó bruscamente su mano de allí.

Perdí la cuenta de las tantas veces que hizo lo mismo, disfrutando mi sufrimiento, mientras lo hacía.

Intenté que los garras crecieran como la última vez y así poder matar a este hombre.
Pero no importa el esfuerzo que hice o las súplicas en mi miente, estas no salieron y la tortura siguió.

Estaba sudando.

Tenía frío.

Espasmos.

Estaba moribundo y sentía como estaba por desvanecerme...Hasta que se detuvo.

Y suspiré un poco aliviado.

-Aún no termino, ahora comienza la parte divertida- informó al cretino mientras se dirigía hacía un frizer o algo por el estilo y en el estado en el que me encontraba sólo pide ver que sostenía un frasco de vidrio.

Estaba realmente candado, destruido y abierto sin piedad.
Por ello mismo me negué mentalmente a dirigir mi mirada a mí estómago y ver la forma tan atroz en la que se encontraba.

Ya no iba a poder seguir soportando tanto mas y mi cuerpo opinaba lo mismo, por lo que deje de luchar.

Al momento en que mis ojos se cerraron, sentí golpes en mi cara.

-No,no,no- habló tranquilamente mientras negaba- No puedes descansar todavía- en cuanto terminó de hablar me inyectó rápidamente en el cuello.

El cansancio de mi cuerpo desapareció repentinamente.

-Lo que inyecté en tu sistema hará que tu cuerpo resista un poco mas- hizo saber.

Y la tortura comenzó otra vez.

Cuando por fin terminó, otro hombre uniformado ingresó en la habitación y me trasladó en la camilla directo a donde nos tenían encerrados.

Por horas estuve un poco perdido, estaba débil, todo daba vueltas y me sentía destruido.

Nunca me sentí así, nunca pase por una tortura, al que sobrepase los límites.

Cuando recupere un poco la movilidad, intente sacarme la sábana u sentarme, pero no pude hacerlo.

Maldecí en mi interior a esos hijos de perra por haberme sujetado a la cama.

Forcejé tanto que ya me encontraba cansado y además mas adolorido a causa de que, cuando más intentaba tirar de las cuerdas estás más se amarraban lastimándome aún más.

Aunque eso no me importó, seguí forcejeando.

-Deja de hacer eso, lo único que lograrás será lastimarte aún más- hablo alguien que se encontraba sentado en su cama y con la mirada en la puerta.

-Me dices algo que ya se- le respondí mientras soltaba el aire que había estado reteniendo.

Dirigí mi mirada a él, para descubrir que ahora estaba mirándome. Y noté algo raro en él.

"¿Acaso sus ojos son similares al de un gato?" me pregunté a mi mismo.

-Si, mis ojos tienen el color de un gato, pero no uno normal- respondió a mi pregunta no realizada.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al entender la situación.

-T-u...Tu p-u puedes...- fui interrumpido.

-Si- respondió calmadamente, como si eso resultará ser lo más normal para él.

-¿Esto te lo hicieron acá?- pregunto alguien más en la habitación.

Dirigí mi mirada al otro rincón, para encontrar al chico sentado en el suelo y con la cabeza apoyada en la pared, mirándolo curiosamente.

-¡No!– gritó en respuesta, mientras negaba con la cabeza- Lo único que estos hicieron fue insertarme genes de un gato evolucionado- terminó de decir.

Aunque lo aclaró, aún me encontraba confundido.

-¿Como te llamas?- curioseé.

-Sam- respondió secamente.

-Bien,¿podrías ayudarme con esto?- le pregunté mientras que con la mirada le indicaba las cuerdas que me mantenían aferrado a la cama.

-Podría, pero ¿Porqué razón te amarraron si no fueras alguien peligroso?- preguntó con una ceja levantada.

-No soy peligroso- afirmé.

-Eso no me basta- hizo saber.

No le iba a rogar, lo iba a hacer yo mismo con o sin su ayuda.

-Pudrete- le dije mientras lo mataba con la mirada.

Otra vez intenté desatarme, pero todo mis esfuerzos fueron en vano.

-Detente, te ayudaré- se acercó a donde me encontraba y comenzó a desatarme, aunque con dificultad así lo logró.

Sin control alguno mis garras salieron y estuve a punto de lastimarlo si no se hubiera alejado.

-Lo siento, no se lo que pasó- me disculpé y fruncia el ceño en confucion por lo que acababa de pasar.

-Aún no tienes control sobre tus garras y...- se cortó y dirigió su mirada a estas-...además sólo actúan de está forma cuando tienes hambre- me hizo saber.

-¿Hambre?- pregunté aún más confundido.

-Si- fue lo último que dijo cuando un instinto salvaje me dominó, fue como si esa palabra activará algo dentro de mi, y me lancé directo hacia él.

-Hambre,¡Hambre!- grité y comencé a clavar mis garras en su estómago, mientras él gemía de dolor.

La sangre comenzó a salir y no lo pude controlar, dirigí mi boca con mis ya salidos colmillos en esa dirección y comencé a tomar, saborear su sangre y hasta probar su carne.

Pero alguién me sostuvo fuertemente desde atrás e hizo que me alejara de Sam.

-¡Suéltame!- le grité al desgraciado que me sostenía.

Me removí e intente que me soltara, pero recibí un fuerte golpe en mi estómago y luego otro en mi cara.

-¡Basta!- grito con una voz potente Sam y me golpeó otra y otra vez.

-¡Ya!¡Ya!¡Detente!- le grité mientras sangre comenzó a salir de mi boca.

Él se detuvo.

-Maldito idiota, ahora esto- señaló su estómago abierto- Tardará horas en sanar.

Detrás De La Máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora