Hold me now.

879 55 12
                                    

Marco comenzó a correr en la calle con más rapidez, mientras una pequeña llovizna se desquitaba en la ciudad. Subió aún más el volumen de la música, logrando no oír nada de lo que sucedía a su alrededor.

La noche parecía abrazarlo, al igual que la densa neblina que nublaba un poco su visión. Doblo en una esquina, mientras que comenzaba a recordar todo lo sucedido en la tarde.

– ¿Que hace aquí Pep Guardiola? – pregunto Marco a Erik, al ver al director técnico del Bayern Múnchen saludar a Kloop. El pequeño se encogió de hombros, mientras lo miraba.

 

– ¿Quizás algún pase de algún jugador? – pregunto dudoso.

 

– No. Ninguno de los chicos comento nada. Debe ser otra cosa. – Marco sacudió su cabeza, y le sonrió al muchacho.

 

Ambos volvieron a trotar, mientras su entrenador físico los observaba. Mats Hummels se les unió, mientras les preguntaba si sabían porque Pep estaba allí.

 

– Ya muchachos paren lentamente, y caminen un poco. – comento su preparador cuarenta y cinco minutos después, mientras les entregaba botellas de agua.

 

Marco tomo la suya entre sus manos, para darle un sorbo. Recostó su cuerpo en el de Erik, mientras el rubio sacaba un envoltorio de chicles, y mascaba uno. Hizo un pequeño globo, y luego de explotarlo volvió a meterlo en su boca.

 

– ¿Dónde está Mario? – pregunto luego de mascar el chicle y reventar el globo.

 

Marco se encogió de hombros. – No lo sé. Creí que su auto estaba estacionado afuera, pero me equivoque. – murmuro mirando el largo pasillo esperando que aparezca por ahí. Miro las escaleras que llevaban al tercer piso, donde estaba la oficina de Kloop. Su corazón comenzó a latir con fuerza, y sintió una opresión en su pecho, un mal presentimiento. – NO. – murmuro mientras comenzaba a correr con fuerza rumbo al estacionamiento.

 

Se acercó al auto negro que creía que era el de su amigo, y lo confirmo al ver el sticker de Coldplay pegado en el vidrio trasero. Se apoyó en el baúl mientras despeinaba sus cabellos.

 

No podía ser Mario, no podía ser él, Mario no podía estar allí dentro con esos dos hombres. Él nunca los abandonaría. Él nunca se iría al Bayern y lo dejaría.

 

Negó con la cabeza, mientras entraba de nuevo al estadio, y subía las escaleras rumbo al segundo piso, para buscar a su amigo en los vestidores. Quizás Mario se quedó dormido en el sofá, porque no sería la primera vez que le ocurriera.

Al entrar, grito el nombre de su amigo, pero nadie le respondió, si no que todo estaba en un calmo silencio. Busco a su amigo en las duchas, y nada. Frunció su entrecejo, y salió de allí.

 

– Iré a preguntarle a Kloop. – se murmuro así mismo mientras subía las escaleras.

 

Toco la puerta del despacho de su entrenador, y luego de tomar el picaporte entre sus manos, empujo la puerta.

Don't Let Me Go |Gözeus| One shootDonde viven las historias. Descúbrelo ahora