Capítulo 1 Olvido

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Hace seis meses. Justo el 27 de febrero en el año 2023 comenzó este maldito infierno. Si tuviera que describir... Como sucedió todo en una sola palabra seria apocalipsis. Era como un apocalipsis. En un par de días todo se vino abajo. Los edificios ardieron en llamas, criaturas cuales creíamos que no exisitían comenzaron a atacarnos como si nada. Todo se vino abajo en un abrir y cerrar de ojos. Todo lo que definiamos como "fantástico" se hizo realidad.

Con el tiempo la naturaleza reclamó su lugar. Comenzando a cubrir todo de verde.

Todo fue tan repentino...

Recuerdo perfectamente los rostros demacrados de las pocas personas que habían conseguido llegar al refugio. Todo el mundo se dedicaba a llorar en una esquina. Nadie te consolaba, nadie se acercaba por que nadie se había librado de la desgracia.

Con el tiempo abandoné el refugio y me gané un lugar como contrabandista pese a mi corta edad. Aprendí a como manejarme sobre situaciones realmente turbias, como tratar con personas difíciles, y como manejar un arma, como manejar una situción... Lo necesario para este trabajo.

Entre todos mis compañeros el inestable James ha sido quien ha permanecido a mi lado todo este tiempo. Curiosamente no lo conocí cuando comenze como contrabandistas, como a la mayoría de las personas. A el lo conocí en el refugio. Creo que intercambié un par de palabras con el, por intentar robarme mi ración de comida en el campamento de refugiados. Recuerda vagamente la extraña sonrisa burlona que me mostró al ver que le había pillado con el trozo de pan.

Me distancié de mi hermano mayor. El, por alguna razón pensaba que podríamos vencer a aquellas bestias. Que la humanidad tenía posibilidades de volver a lo que era un principio. Pero no, no después de todo lo que hemos pasado. La humanidad ha sido sumergida en un abismo sin salida.

A veces me pregunto que pensaría de la Drick de antes, con la Drick de ahora. De la Drick que mata... Pero ahora no me puedo permitir tener dudas. Necesito sobrevivir, sobreviviré donde sea, sobreviviré como sea. Es lo que me repito una y otra vez en la cabeza. Aunque realmente no se porque. Quizás tengo miedo de lo que pueda haber mas alla de la muerte. Porque si de verdad existe el cielo y el infirno, realmente estaría jodida.

Observo a mi alrededor con la mirada perezosa. James acababa de entras por la puerta con su vieja mochila colgada sobre su hombro.

—¡No me lo puedo creer! —Chilla haciendo que haga una mueca de desagrado ante la potencia de su voz.

A veces es demasiado molesto cuando se enfada y comienza a gritar sin control alguno. A veces creo que tiene problemas de personalidad...

Y en tres, dos uno...

La maceta que teníamos como descoración (mas bien la unica) salió volando por la ventana, haciéndose añicos contra el edificio que se encontraba en frente. Si, James tenía problemas de ira.

Era común en el. El trabajo que teníamos llegaba a ser estresante. Y eso no ayudaba a mejorar su autocontrol. Lo mejor cuando se ponía de los nervios era no estar muy cerca, o al menos yo lo prefería así.

—¿Que ha pasado?—Pregunto levantándome del sofá.

James sigue caminando de un lado a otro soltando maldiciones a la vez que se pasa la mano por su pelo revolviendolo más de lo que ya estaba.

—El cargamento, no ha llegado. Las armas, no nos ha llegado ni una sola.

Abrí ligeramente la boca tragando saliva con lentitud.
Desde que el mundo se fue a la mierda el dinero, las joyas, la ropa de marca... Todo aquello perdió su valor. El oro no puede ofrecerte protección, no te aporta alimentos, agua o un hogar. Un arma si. Un arma era caoaz de marcar una gran duferencia entre la vida y la muerte.

—No me jodas, ¿No era Matthew el que se encargaba de el transporte?

James tras soltar un oar de gritos llenos de rabia, parecía haberse calmado. Ahora lucía más sereno con la mirada fija a un solo punto y no a todos lado, como suele hacer. Su respiración era menos agitada que antes.

—Si, el es mi principal sospechoso.—Respondió incorporándose.

—¿Traición? No creo que tenga los huevos de hacerlo.

Uno de los motivos por el que Matthew solía controlar el cargamento más preciado era por su fidelidad. Era más fiel que un perro ¡Anda que no lo era! Es tan cobarde y con tan poca dignidad como para arrastrarse hasta nosotros con tal de que no le matemos. Era poco creible, pero la situación no apuntaban a otra cosa que a Matthew.

—Se ve que lo subestimamos. —Doy un largo suspiro, algo cansada.

Miro a James con seriedad. Cojo mi mochila y salgo por la puerta. Ya sabíamos que hacer.

—Lo haremos a mi manera. —Le advertí.

—No, ni de broma, antes de que podamos hablar con el se irá corriendo. Lo haremos a mi manera.

Ruedo lo ojos.

—Está bien, lo haremos a nuestra manera.

—¿Y cual es nuestra manera supestamente?—Pregunta con un tono algo burlón.

—La mia.—Sorio con burla giñandole un ojo.

La Familia GraysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora