Art Mackenzie estaba solo en la oscuridad, tirado sobre un sofa desvencijado en su desordenado apartamento de una habitación. Sus pies desnudos reposaban sobre el único mueble que le quedaba de su matrimonio: una mesa de centro, a la cual le faltaba una pata. Art sorbía lentamente de un vaso sucio sintiendo que el licor Grand Marnier le iba entibiando la garganta a su paso, sumáandose al fuego que ya ardía en su vientre.
Tomó otro trago, esta vez más largo, cerró los ojos y revivió todo una vez más.
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Corre frenéticamente por un pasillo del hospital y abre de golpe la puerta de la sala de urgencias, estrellándola contra la pared. El ruido reverbera, y los medicos, los enfermos y las enfermeras levantan la vista para mirarle con los ojos muy abiertos.
Entra a la sala y se detiene.Sus ojos enloquecidos se disparan de persona en persona,con una mano se tira para atrás el pelo de la frente mientras trata de recuperar el aliento. Su pecho sube y baja:para llegar allí ha tenido que correr más rápido y fuerte de lo que haya corrido en su vida.
Sabe que debe parecer loco, pero no le importa.
Respira hondo,tan hondo que duele,y brama:
-¡Maggie!
Nadie Contesta.
El corazón le martillea en el pecho, sintiendoal latir como si fuera a reventar pasando a tráves de huesos y músculos.
-Señor Mackenzie? ---pregunta alguien
Sus músculos se tensan. Dice bruscamente:
-Yo soy Mackenzie
Una enfermera se levanta de su asiento en el escritorio y corre hacia él. Le toma de la mano y lo lleva corriendo por otro pasillo.
Y allí está Maggie, su esposa. Al comienzo ella no lo ve. Sus manos y rostro surcado de lágrimas están apretados contra la ventanilla de observación, como si tratara de fundirse con el vidrio para atravesarlo. Mac le toca el hombre; ella se sobresalta y,entonces, durante un Segundo de agonía se contemplan mutuamente sin que ninguno de los dos diga palabra.
Él le toma la mano y juntos observan a un equipo de doctors y enfermeras que trabajan desesperadamente atendiendo a un niño.
Su hijo Art.
Las sábanas que lo cubren están empapadas en su sangre. Su corto cabello castaño está enredado y mojado con sangre y sudor. Sus manos cuelgan flácidas por el costado de la mesa de cirugía. Se le ve frágil, desvalido, solo y sin defensas contra lo que le pasó y le pasa; Mac solamente quiere entrar corriendo ahí, tomarlo en sus brazos, limpiar la sangre de su frente, ver sus ojos color avellane y su sonrisa pícara.
Pueden imaginarse la escena, tan consoladora: sencillamente él entra en la sala de cirugía y le dice a los médicos que todo está bien, que solamente es una magulladura leve, que no hay necesidad de todo eso. Ahora todos pueden irse a casa.
Un sonido débil pero alarmante le llega a Mac a tráves de la ventana, destrozando su sueño diurno. Proviene de una pantalla que está en la cabecera de la camilla de su hijo. Mac ha visto películas y programas de television: no tiene que ser médico para saber que el corazón de su hijo se paró. El doctor que parece ser el jefe del equipo, agarra una jeringa que le pasa a una enfermera. Hunde la aguja en el pecho de Art e inyecta el líquido.
Mira fijamente la pantalla esperando un cambio.
El corazón no reacciona.
Los "si tan sólo" torturan a Mac.Si tan sólo el niño hubiera ido en otro asiento de la furgoneta de la familia,las lesiones hubieran podido ser menores.Si tan sólo los bomberos lo hubieran podido sacar con mayor rapidez de entre los restos retorcidos del vehículo.Si tan sólo no hubiera habido tanto tráfico a esa hora tan congestionada demorando la llegada de la ambulancia al hospital. Si tan sólo el niño no hubiera perdido tanta sangre.
Tanta sangre...
"¡Vamos... Vamos!",grita el médico apretando el pecho del jovencito con tanta fuerza que a Mac le sorprende que su hijo no atraviese la mesa de operaciones.
Maggie estruja la mano de Mac; cuando él la mira,ve que ella se muerde el labio inferior con tanta fuerza que la sangre le corre por la barbilla.
Ahora cunde el pánico en la sala de operaciones;la larga nota monótona, zumbante del monitor parece aterrar a todos.Se maldice y se grita Se tiran instrumentos al suelo;la gente se precipita de un lado para el otro realizando,sin duda tareas lógicas predeterminadas,pero a Mac eso le parece no más que la agitación al azar e insensata del pánico,corridas de aquí para allá,de una punta de la sala a otra Ahora no puede ver a su hijo debido a la multitud de médicos y enfermeras frenéticos y arremolinados,diez personas que,con toda la destreza que poseen,tratan de volver a la vida a su hijo.
Y la nota todavía sigue zumbando.
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MacKenzie tomó otro trago de Grand Marnier.Estaba casi adormecido... listo para desvanecerse. El licor obraba como siempre, adormeciendo el dolor,la herida que se enconaba en él.
Dos años de la muerte del pequeño Art.Dos años,y la pena seguía ahí.
Sintió que la habitación giraba cuando volvió a beber.Colgando en la frontera de la consciencia,a veces se caía en un estado de ensoñación;luego salía de ahí volviendo al estupor despierto,de vuelta a mirar las imágenes sin sentido de la televisión.
Su sentido de conciencia se enturbiaba, y mientras se desvanecía, oyó una voz que al principio supuso ere del televisor,clamando:"Yo llevaré tú dolor.Yo llevaré tú pena."
Cuando se sumía en el olvido del dormir,apenas consciente del vaso medio lleno que se le caía de la mano, su último pensamiento fue preguntarse cómo podía oír la televisión cuando tenía apagado el sonido.
