Kaiba nunca ha creído en el destino o en la fortuna, es algo que como "hombre de ciencia" ha negado con todo su corazón, las cosas inexactas son excusas para cubrir la mediocridad humana, patrañas, tonterías de hombres débiles de mente que buscan refugio. Y sin embargo, allí está, por primera vez en una clase de tienda de artilugios mágicos esperando por una lectura de cartas que ha pagado con antelación a un precio excesivamente elevado.
Todo aquello era tan cliché que deseaba vomitar en la alfombra tinta con detalles dorados, incluso la mesa con una esfera morada en el centro y las figuritas de dioses egipcios en los aparadores rodeados de colguijes dorados. El olor a incienso está empezando a marearle al igual que el aroma de las flores de loto que adornan algunos jarrones y se asomaban por la repisa. El hombre vive bien de robar a los desesperados por buenas noticias falsas, o al menos eso es lo que Kaiba cree ciegamente aún sin conocer completamente al hombre que está por salir de entre unas cortinas violetas con estrellas bordadas.
En su imaginación el hombre que espera es un hombre flaco, de facciones rudas y dientes amarillos. Ya se imaginarán su sorpresa al ver que unas bellas, jóvenes manos abren las cortinas, dejando a la luz un rostro moreno, de facciones finas, labios carnosos y ojos violetas con pestañas tupidas. Trata de esconder su evidente asombro, como si unos labios entre abiertos y una mirada fija en su rostro fuese una forma discreta de ocultar sus emociones.
–¿Es usted Kaiba Seto? – el hombre abre sus labios y una voz profunda, seductora sale de sus cuerdas vocales, Kaiba sonríe con un fingido desdén, con énfasis en el fingido, pues debe mantener las apariencias que su inflado ego le han hecho mantener durante años.
–¿Acaso existe otro Seto Kaiba en el país? – el CEO sonríe con autosuficiencia, como si su nombre fuese el de un mesías, a lo que el moreno de cabellos de colores vibrantes responde –¿Disculpe?
El jovencito solo se regocija, cruza las piernas con elegancia, mostrando así la postura propia de un joven rico, dueño de posesiones invaluables y una mente inquebrantable, la misma de un genio sin comparación, –no me sorprende que estés sorprendido Atem– el hombre de ojos violetas entrecierra los ojos sin entender muy bien lo que el muchacho trata de decirle.
–Muy bien joven... Kaiba –hace una pausa pues tacha al jovencito frente a él de tener problemas mentales, toma el tarot y lo revuelve al nivel de su pecho cubierto por una camisa de algodón blanca, sencilla, pero reveladora, cosa que hace que el joven trate de mirar a otros lugares –¿Cuál es su edad?
–¿Realmente estas preguntándome esto? –es conocido por ser el CEO más joven de la historia ¿Cómo es que no sabe su edad? ¿es acaso estúpido?
–¿De qué otra manera se supone que deba saber su edad?– contesta de forma amena, tratando de no obviar su molestia. No puede ser, realmente no conoce su edad.
–Diecisiete –termina por contestar blanqueando los ojos.
–Eres joven, ¿estudias?– el hombre continua con su labor con una expresión amable en el rostro.
–¿Eres imbécil?– el hombre no esperaba esa respuesta por lo que eleva su rostro, los pendientes de oro tintinean ante el movimiento.
–No por solo ver su rostro puedo conocerlo todo, joven Kaiba. Necesito también de su colaboración –imposible, no podía ser que ese hombre realmente no lo conociera ¿cierto?, le ve expectante, esperando que su comentario sea una broma de mal gusto.
–Soy dueño de la corporación Kaiba, la empresa más grande de vídeo juegos en todo el mundo, la cúspide de la tecnología y evolución humana. La compañía creadora del juego más grandioso creado en la faz de la tierra– espera que aquella pista muy explícita explique la razón de su estancia en aquel lugar.
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Oops!... I did it again.
FanfictionPor primera vez Kaiba es vencido en un torneo, ¡en su propio torneo! La derrota le obsesiona tanto que decide rastrear el ID del jugador solo para retarlo a un duelo y así recuperar su titulo como mejor duelista. Tanta es su determinación que inclus...