Había pasado una semana desde que Otis había besado a Ola. Una semana desde que había sido capaz de masturbarse por primera vez. Se sentía pletórico y orgulloso al mismo tiempo, era como si se hubiera quitado un gran peso de encima. No por el hecho de masturbarse en sí, sino porque la ansiedad que lo atenazaba cada vez que lo intentaba resultaba devastadora. Aún no se lo había dicho a su madre; no era por el hecho de que estuviera molesto por escribir un libro sobre él —podría decirse que aún le «escocia» un poco el asunto, pero nada fuera de lo normal—, era simplemente que quería disfrutar de ser un adolescente «normal» por un tiempo. Ya habría tiempo de decírselo. O no. No estaba seguro de querer tener esa conversación con ella. No de momento.
Por otro lado, notaba que tanto Maeve como Eric estaban un poco raros. Maeve parecía evitarlo la mayor parte del tiempo y únicamente se acercaba a él cuando hablaban de negocios —su clínica de terapia sexual—. Eric, por su parte, parecía alicaído y no estaba muy hablador, lo cual era de extrañar. Otis había intentado indagar en aquello que lo preocupaba pero su mejor amigo solo le ofrecía respuestas esquivas y poco aclaratorias. Éste achacaba su pésimo estado de ánimo al castigo que había tenido que sufrir durante dos semanas (parte del cual había compartido con Adam, su acosador y matón personal). La lógica dictaba que Eric debía sentirse feliz al haberse librado de Adam, quien había ingresado en un internado militar. Pero no parecía ser así.
Por ello, en aquel momento lo único verdaderamente estable y seguro parecía su relación-no-relación con Ola. Habían quedado un par de veces desde su primer beso y de momento todo parecía marchar bien. Sin embargo, no podía evitar echar de menos a Maeve. Ella no había querido explicarle los motivos por los que había roto con Jackson. «No hagas terapia conmigo» le había respondido Maeve.
Como si preocuparse por tus amigos fuera solo cosa de terapeutas, se dijo.
En aquel preciso momento sonó su móvil, cortando el hilo de sus pensamientos. Miró la pantalla y descubrió que se trataba de Eric. El joven se incorporó de golpe y se apresuró a responder.
—Hola, Eric. ¿Cómo estás?
—Podría decirse que bien. —Hubo un pequeño silencio—. Otis, hay algo que quiero contarte. Pero no creo que sea el momento. No sabría darle forma a mis pensamientos... Te prometo que llegado el momento te lo diré todo, ¿vale? Solo ten un poco más de paciencia, por favor —pidió, casi en un susurro.
—Eh... Está bien —accedió Otis, frotándose la nuca con la mano libre—. ¿Quieres que nos veamos?
—Sí, creo que me vendría bien. Además, tienes que ponerme al día con el rollo que te traes con Ola —añadió con su habitual tono jovial.
—¡Eh! Solo nos estamos conociendo...
—Claro, claro. —Escuchó la risa de Eric a través de la línea—. ¿Dónde quedamos?
Otis consultó la hora y esbozó una media sonrisa. Aún eran las tres y media de la tarde. Le daba tiempo a ir al centro con Eric y así compensarle el desastroso cumpleaños que había tenido.
—Ponte tu mejor outfit. Te espero en la parada de bus en tres cuartos de hora. No me falles.
—Otis, no me va a dar tiemp...
—¡Hasta luego! —Y colgó sin darle tiempo a replicar. Eric se las tendría que ingeniar para llegar a tiempo.
A continuación rescató el portátil de la mesilla y se apresuró a echar un vistazo a la cartelera de cine. Lo llevaría a ver Bohemian Rhapsody.
Cerró la tapa del portátil con una sonrisa y acto seguido se dirigió al cuarto de baño para darse una ducha rápida.
Todo volvía a la normalidad. O casi todo.
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Sex Education - Qué complicado es ser adolescente
RomanceTras el baile del instituto ha habido cambios en la vida de Otis, quien pronto descubrirá que no todo está tan tranquilo como parecía en un principio. Maeve lo evita, Eric esconde un secreto que no le ha desvelado aún, tiene una relación un tanto am...