Todo empezó cuando tenía 6 años y me empezaban a gustar los niños, mis padres se divorciaron y mi madre era demasiado estricta cómo para aceptar que su hijo era gay.
A la edad de 8 años, nos hicimos de una religión, la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, una religión que desde mi punto de vista después de revelarme y dejar de ir, es muy opresiva, si no haces lo que ellos te dicen siempre estarás mal y serás juzgado por ellos.
Mi vida en la iglesia lo era todo, yo era el ejemplo de muchos jóvenes de mí edad, era popular tenía muchos amigos en la misma. Pero siempre me sentí diferente, y los comentarios típicos cómo "ser Homosexual no es normal" me hacían sentir muy mal, al grado de deprimirme. La depresión y la ansiedad, son heridas que aún no he podido cerrar por qué cuando piensas que todo está pasando viene alguien y te lo devuelve al mil.
Ahora brinquemonos a la realidad, a lo que la mayoría vino a saber. Mi vida encontrando el amor. No ha sido nada fácil por cierto, a veces pienso que nunca encontraré a un chico que se la quiera rifar por mí, a nadie le gusta estar con una persona tan inestable. En fin.
20 de julio 2018.
Sonó el teléfono, era un mensaje de Instagram, un chico que llamaremos Luis. Entablamos una platica muy interesante, me di cuenta que teníamos muchas cosas en común, resultó ser de la misma ciudad que yo, me invitó a salir y acepté. Todo era cómo lo había imaginado, mi primera cita, mi primera vez descubriendo la vida, descubriendo las dos caras de la misma moneda.