C A P Í T U L O 01
El olvido.
Aquel lugar al que van a parar, después de un tiempo, todas aquellas personas que han perdido su vida. Pero yo prometí que no sería así. No conmigo.
Yo jamás olvidaría.
En un mundo donde todos están llenos de insuficiencias, complejos, estereotipos, hipocresía e ignorancia, me encuentro yo tratando de comprender, aunque sea un poco, el comportamiento irracional de las demás personas.
¿Por qué preocuparse por sus supuestas insuficiencias físicas?¿Por qué hacerle caso y tragarse todo lo que la sociedad tiene para recriminar?¿Por qué darle importancia a tantas cosas irrelevantes, cuando la verdad es que muchas otras merecen toda la atención?
No lo sé.
Tal vez cada uno elige la vida que tiene, añadiendo así las preocupaciones más tontas existentes. Cuando hay una dura realidad ahí afuera, una cruel, difícil y triste. Una que es completamente ignorada.
Como la ecología, la vida, la pobreza, la delincuencia. O incluso la misma extinción de la raza humana. Siempre creí que son cosas más interesantes, a las que verdaderamente hay que calificar como problemas.
Quizás es porque sea mi vida, que son las situaciones que a mí me preocupan en algún punto. Así como también cada uno piensa distinto y, por ende, tienen personalidades, intereses e ideologías diferentes.
¿Ya ven? Uno hablando consigo mismo es que reflexiona
—¡¿Gorda yo?! —espetó mi amiga con cierto fastidio —Querida, ¿sabes lo que es una balanza? Porque es a tí a quien le vendría muy bien.
—¿Qué dices idiota? —la pelinegra enarcó una ceja con indignación —Si eres lo más parecido a un chimpancé. ¿Qué digo? Un chimpancé tiene más curvas que tú.
Justo en sus sentimientos.
—¡Ahora sí te mataré! —se abalanzó sobre ella pero mi otra amiga y yo reaccionamos e intervenimos a tiempo sujetandola por los brazos, mientras la de cabello negro se echaba a correr —¡Anda, corre! Intento de gorila teñido.
Cobarde.
Ayudo a Tam a incorporarse en el asiento, aunque más bien me aseguro de que así lo haga y no la invada el espíritu de un atleta olímpico y salga corriendo detrás de su blanco.
Ella talla su frente y a continuación masculla algo que no logro entender.
No puedo juzgar la acción de Tam cuando todavía la imagen de Allison haciendo gestos y sonidos semejantes a un cerdo, se reproduce en mi mente. Tampoco justifico su decisión de lanzarse sobre la chica, pero sí la comprendo.
Cuando el agudo timbre de voz de Allison había llegado a nuestros tímpanos, observé a Tam a tiempo para notar como su rostro se teñía de furia y sus ojos se entrecerraban, mientras curvaba la comisura de sus labios para dar una cínica risa, ponerse de pie y soltar el primer insulto.
Ambas se repelen mutuamente y ha sido así desde hace tiempo, tanto que ya no recuerdo los motivos por los cuales surgió su rivalidad.
Pero mi amiga era así, tenía una actitud tan explosiva como arrebatada. La maldita nunca se detenía a pensar las cosas y analizarlas en frío, no era de esas. Tan sólo hacía lo que le salía en el momento y ya después se debía atener a las consecuencias de ello. Perdí la cuenta de cuantas veces terminó lamentándose por sus repentinos actos.
—Maldita cobarde... —balbuceó dándole un golpe a la mesa, pude sentir como la pequeña cuchara de metal dio un salto chocando con el plato en el que había traído mi taza de té.
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ISLA
Romance《Nunca había volado tan alto como cuando estábamos juntos, y nunca caí tan fuerte como el día en que partió.》 EN EDICIÓN