Los techos eran de chocolate, las paredes de mazapán, las ventanas de caramelo, las puertas de turrón, el camino de confites, “¡un verdadero manjar!” dijo Hansel quien corrió hacia la casita diciendo a su hermana: “¡Ven Gretel, yo comeré del techo y tu podrás comerte las ventanas!” Y así diciendo y corriendo, los niños se avalanzaron sobre la casa y comenzaron a devorarla sin notar que, sigilosamente salía a su encuentro una malvada bruja que inmediatamente los llamó y los invitó a seguir
“Veo que querían comer mi casa” dijo la bruja “Pues ahora ¡yo los voy a comer a ustedes!” y los tomó prisioneros. Y así diciendo los examinó: “Tu, la niña” dijo mirando a Gretel “me servirás para ayudarme mientras engordamos al otro que está muy flacucho y así no me lo puedo comer, pues solo lamería los huesos”. Y sin prestar atención a las lágrimas de los niños tomó a Hansel y lo metió en un diminuto cuarto esperando el día en que estuviese lo suficientemente gordo para comérselo. Una noche mientras la bruja dormía los niños empezaron a crear un plan. “Como la bruja es muy corta de vista” dijo Gretel “cuando ella te pida que le muestres uno de sus dedos para sentir si ya estas rellenito, tu lo que vas a sacar por entre los barrotes de la jaula es este huesito de pollo, de forma tal que la bruja sienta lo huesudo de tu mano y decidía esperar un tiempo más” y ambos estuvieron de acuerdo con la idea. Sin embargo, y como era de esperarse, esa situación no podía durar por siempre, y un mal día la bruja vociferó: “Ya estoy cansada de esperar que este niño engorde. Come y come todo el día y sigue flaco como el día que llegó”. Entonces encendió y gigantesco horno le gritó a Gretel, “métete dentro para ver si ya está caliente”, pero la niña, que sabía que en realidad lo que la bruja quería era atraparla dentro para comérsela también, le replicó: “No se como hacerlo”. “Quítate” grito la bruja, moviendo los brazos de lado a lado y lanzando maldiciones a diestra y siniestra, “estoy fastidiada” le dijo: “Si serás tonta. Es lo más fácil del mundo, te mostraré cómo hacerlo” Y se metió dentro del horno. Gretel, sin dudar un momento, cerró la pesada puerta y dejó allí atrapada a la malvada bruja que, dando grandes gritos pedía que la sacaran de aquel gran horno, fue así como ese día la bruja murió quemada en su propia trampa. Gretel corrió entonces junto a su hermano y lo liberó de su prisión.
Entonces los niños vieron que en la casa de la bruja había grandes bolsas con montones de piedras preciosas y perlas. Así que llenaron sus bolsillos lo más que pudieron y a toda prisa dejaron aquel bosque encantado. Caminaron y caminaron sin descansar y finalmente dieron con la casa de su padre quien al verlos llegar se llenó de júbilo porque desde que los había abandonado no había pasado un solo día sin que lamentase su decisión. Los niños corrieron a abrazarlo y, una vez que se hubieron reencontrado, les contó que la malvada esposa había muerto y que nunca más volvería a lastimarlos, los niños entonces recordaron y vaciaron sus bolsillos ante los incrédulos ojos de su padre que nunca más debió padecer necesidad alguna.