Pequeña niña indefensa, como todo aquel niño no sabía que le preparaba su destino. Inocente y amorosa era, lo único que sabía era acatar órdenes de sus padres, limpie, traiga, quite, ponga, planche, lave, cocine y estudie, así era de monótona su vida a la corta edad de seis años.
Sola se sentía, sin amigos, sin compañia, soportando abusos de la casa, más de ser una hija, era una esclava. Demonios se fueron creando, y su alma se quedaron grabados, más uno en especial que poco a poco la consumía viva, día tras día.
Pasaron los años y el maltrato siguió continuando, acostumbrada estaba, pues fría y vacía creció aquella niña, trató de suicidarse tantas veces que pueda imaginarse, sólo consiguió a lo que ella llama ahora marcas de guerra, cicatrices y recuerdos, no tan dolorosos como aquél septiembre, enamorada creyó estar y se entregó en su totalidad, pasaron pocos meses, y aquella joven tenía mucho malestar, antojos insaciables y depresiones fuertes.
Lo único que se le ocurrió fué, hacerse una prueba de embarazo, trás esperar quince minutos, la prueba de sangre salió positiva. En shock quedó ella un tanto inmóvil, sosteniendo aquél papel que solo le repetía que su vida cambiaría.
Asustada, pero feliz ella continuó con su embarazo, sin saber que la desgracia acechaba su vida, poco antes de cumplir su tercer mes de gestación, la madre de la joven se entera, quién sin pensar en lo que sufriría su hija, destruyó su vida, le arrebató la vida a una vida.
Maldecia la joven a aquélla enfermera que le salvó la vida, pues después de tal hecho despreciable que cometió su madre, la joven no quería vivir más.
Pasarón los años aquella joven vivió más infiernos, infiernos que sin saber cómo, la volvieron fuerte.
Niña, inocente niña convertida en mujer, buscando la salida, escuchando el concejo de su demonio, y recordando los intentos fallidos de las cortadas en su cuerpo, optó por tomar un trago de químicos, esto solo agravó su estado de salud, por segunda ves le salvaron la vida, vida que ya no quería.
Nunca entendió para que llegó al mundo, ¿por qué tuvo que nacer?, ¿por qué a ella?, ¿por qué esos mil infiernos?..
Hasta que reapareció un valiente guerrero, recogió todos y cada uno de los pedazos de su alma destrozada, la construyó de nuevo, le dió amor, comprensión, atención, prioridad, lealtad, amistad, ayuda, le enseño a ser fuerte a pesar de lo sufrido, no le dio perfección, puesto que este valiente guerrero, es humano comete errores, al igual que aquella joven lastimada por los golpes de la vida, pero la valentía y el amor de ambos les hizo hacer lo que muy pocos harían, agachar su cabeza, y con lágrimas caer de sus mejillas se perdonaron el uno a el otro, un perdón verdadero, uno de corazón.
Desde entonces siguen escribiendo, juntos su perfectamente imperfecta historia de amor.