05.

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—ENTONCES, ¿SE LO DIRÁS? AQUILA, me refiero. —preguntó James mientras se sentaba frente al hombre lobo en el almuerzo. Sirius estaba en la mesa de Hufflepuff, tratando de anotar su última aventura de la semana, así que los chicos podían hablar libremente (pero no demasiado alto porque, buen Godric, no habían chismosos mas grandes que las personas en Hogwarts).

—No sé de que estás hablando —dijo Remus, metiéndose otra cucharada de pastel en la boca mientras hojeaba las páginas de su libro de Encantamientos.

—Oh, vamos Remus. Las únicas personas que no saben que te gusta Aquila es probablemente Sirius y el professor Binns; uno de los cuales, debo agregar, está muerto.

Remus puso los ojos en blanco mentalmente ante la declaración excesivamente exagerada de James, pero se detuvo cuando lo captó, —Espera, ¿dijiste que solo Sirius y el profesor Binns?

James rodó los ojos, —Sí, Lunático. ¿Fue todo lo que obtuviste de lo que te dije?

Remus miró a los ojos del chico de cabello desordenado, —Eso significa que... ¿Aquila sabe que me gusta?

James aplaudió, —Sí, aceptación. ¡Lo admitiste! Peter me debe cinco sickles.

Remus nunca tendría la oportunidad de preguntarle por qué le debía Peter cinco sickles ni cual era la respuesta a su anterior pregunta, porque toda la atención del Gran Comedor estaba puesta de repente en los dos estudiantes que acababan de entrar.

Aquila Black, con sus ropas en la mano y su cabello despeinado. Su cara estaba tan roja como la cabeza pelirroja de Evans y estaba jadeando, como si acabara de correr una maratón.

Peter Pettigrew, aunque llevaba puesta su ropa, estaba en el mismo estado que Aquila. Habían pequeñas gotas de sudor que se acumulaban en su frente y parecía que no le llegaba suficiente oxígeno a sus pulmones.

—Maldito Pettigrew, ¿como pudiste anotar con Black? No sabía que estaba tan desesperada por una follada. —Mulciber, quien estaba sentado en la mesa de Slytherin gritó, haciendo que la mesa verde y plateada estallara en risas. Hubieron algunos murmullos silenciosos que se sumaron a la risa ruidosa, acompañados por algunas miradas de toda la sala.

Sin necesidad de decir, que Remus estaba entre esas miradas. ¿Qué tenía Peter que Remus no? ¿Qué hacía a Pettigrew tan especial?

Hubo un fuerte crujido que silenció a toda la sala. La mirada de todos voló desde la entrada hasta la mesa de Slytherin, donde Regulus acababa de golpear a Mulciber en la nariz. Regulus Arcturus Black, el príncipe de Slytherin que nunca interviene en nada, acababa de golpear en la cara a uno de los suyos. Con los ojos ardiendo con la rabia de una tormenta de fuego, el joven Slytherin observó al mayor directamente a los ojos y con una voz fuerte, dijo —Habla de mi hermana así de nuevo, y será lo último que digas. ¿Entendido?

Mulciber asintió con la cabeza, sabiendo que las amenazas de los Black eran todo menos vacías, antes de salir corriendo de la sala para ir a la enfermería. Cuando se fue, la atención de todos cayó de nuevo en en los dos que aún estaban parados en la entrada del Salón.

Aquila miró a su alrededor y, en la mesa de Hufflepuff, se encontró con la mirada fría de Sirius. Le dolía ver a su hermano mayor mirándola de esa manera, casi tanto como le dolía el hecho de que no fuera él quien la defendió, y no podía soportar estar más bajo su mirada.

—En realidad Peter, creo que iré a la enfermería. Crear una coartada para donde estaba. O al menos, cambiar mi túnica. Te veré luego. —dijo la chica, y antes de que Peter pudiera contestar, se había ido.

Muy bien, es hora de enfrentar la tormenta.

El chico respiró hondo y se acercó a la mesa de Gryffindor, sentándose frente a James y Remus.

—James, pásame los guisantes por favor.

El chico con gafas obedeció la petición de Peter y le entregó el tazón mientras Remus lo miraba directamente con los ojos entrecerrados. Si las miradas pudieran matar, Peter habría estado en el fondo del Lago Negro.

—¿Algún problema, Remus? —preguntó Peter, levantando una ceja.

Remus abrió la boca para responderle, sin duda con algo sarcástico, pero nunca tuvo la oportunidad de hacerlo porque Sirius lo golpeó.

—¿Salteándotelo Pociones para follarte a mi hermana? ¿Es así? —el chico de ojos grises escupió cuando se dejó caer en el banco justo al lado de Peter. Peter, quien se sintió completamente desconcertado por esta declaración, miró las caras de sus amigos. El chico de ojos azules no lo podía creer. Los miró con incredulidad.

—¿Realmente creen que Aquila y yo nos fuimos a follar? ¿Honestamente?

La falta de respuesta de ellos le respondió mejor que cualquier otra cosa que pudieran decir. De repente, el chico ya no tenía mucho apetito. Volvió a colocar el tazón y se levantó, decidiendo que se prepararía para su próxima lección (Transfiguración) antes de que hechizara a alguien. estaba prácticamente fuera del salón cuando alguien lo detuvo.

—¿Entonces que estaban haciendo? —Sirius lo llamó.

Peter se dio la vuelta, la ira era visible en los ojos cristalinos del chico. Volvió a la mesa y se inclinó, bajando la voz a un áspero susurro, —¿Quieren saber que estábamos haciendo? Estábamos en las cocinas; ella estaba llorando por el hecho de que su hermano mayor le mintió y la dejó en un lugar abusivo. Ella estaba llorando por toda la tortura que pasó porque todavía lo defendía, a pesar de que él la había traicionado. Ella lloraba por las tres costillas rotas y el posible brazo fracturado que tiene. Sobre todo, estaba llorando porque el idiota de su hermano no había intentado hablar con ella ni una vez desde que empezaron las clases. Eso fue lo que estábamos haciendo.

El chico se enderezó, viendo cómo las caras de sus amigos se habían puesto pálidas. Sacudiendo la cabeza, escupió, —Y me enferma que ustedes tres pensaran eso de ella, porque ella nunca pensaría eso de ustedes.

Peter comenzó a irse de nuevo pero se detuvo, lanzando una mirada más a Sirius, —Especialmente tú. Tú absolutamente me enfermas.

aquila ▸ marauders era (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora