capítulo único

53 5 0
                                    

— ¡KUOOHH!

Miyuki se preguntó por enésima vez: ¿Qué estaba haciendo ese Idiota? (sí, con mayúscula), luego del entrenamiento matutino, corriendo de un lado a otro. ¿Es que acaso ya había perdido la única neurona que le funcionaba? ¿O es que esa neurona solo servía en las horas de las prácticas? Sobre todo… ¿Qué era esa patética energía que utilizaba para gritar con todas sus fuerzas corriendo con dos neumáticos? Mañana seguramente no iba a tener energías para los entrenamientos de la mañana, aunque era un idiota, suponía que los iba a tener, aunque no de buena manera.

Lanzó un suspiro de sus labios, la noche estaba realmente fría, por lo que sus dedos se congelaban luego de salir del baño, hace una hora y media que habían cenado, por lo cual, todos los demás habían tomado un baño, dirigiéndose a sus habitaciones, él se bañaba usualmente de último, por lo que en esos momentos se moría por ir a molestar a Sawamura, aunque estuviera sucio sentía la necesidad de ir al campo solamente para hacerlo gritar más, hacerlo enojar. Pero se dio cuenta de que no estaba solo, no, cuando Furuya aparecía con otro de los neumáticos alrededor de su cintura llamando la atención del pitcher de primer año.

Ese dúo de idiotas —pensó. Subió una de sus manos al fleco más largo que caía por su frente, con la yema de sus dedos comenzó a girarlo en una manía de frustración. No entendía el motivo, pero el frío de la noche no solamente estaba congelándole los dedos de las manos, también la poca capacidad mental que tenía para pensar. ¿Por qué quiso ir a molestarlo? E incluso, ¿qué hacía regresando a una vieja manía cuando quería quitársela por completo? Él, quien no mostraba irritación alguna, no debía de mostrarse débil ni con sus compañeros de equipo. Esa manía siempre había salido cuando sufría de un cambio constante de emociones, recordaba que su madre, cuando aún seguía con ellos, estiraba sus dedos alrededor de su cabello para hacerlo, eso era cuando su padre se metía en el trabajo, y no le importaba nada más.

¿Es que acaso el idiota soy yo? —dio media vuelta, prefería regresar a su habitación; donde estaba 100% seguro de que sus senpai estarían allí, molestando como de costumbre. Desordeno su cabello, color castaño quien caía por su cuello todavía húmedo, sus cejas que se encontraban ligeramente fruncidas volvieron a su posición original, visualizando entre los cristales de sus lentes los movimientos de los dos alumnos de primero, aquellos con los que él tendría que lidiar en los partidos de ahora en adelante, un par de tontos, sí, pero disfrutaba de sobremanera poder lidiarlos. Ligeramente entrecerró sus marrones ojos, que brillaban con el resplandor artificial de las lámparas que cubrían alrededor del campo.

— ¡Yo, Miyuki! —aquella ligera voz la conocía lo suficientemente bien, no solamente era su compañero de equipo, sino, también su compañero de clases. Kuramochi giró su rostro hacía donde el cátcher estaba observando, agudizando un poco la mirada en la oscuridad del campo para escuchar la voz del idiota de su kōhai, compañero de habitación e incluso de equipo—. ¡Hyahaha! ¿Es que esos idiotas se impulsan con qué? ¿Motor de caballo?

—Los caballos no tienen motor, Kuramochi.

—Es un decir, Ryo-san —los largos labios del estudiante de tercero se alargaron sobre su rostro, mostrando una expresión de indiferencia que siempre estaba presente, sus alargados ojos cerrados se ubicaron en su rostro, observándose, que estaba divertido con la actual situación, o alguna de la cual hubiese llegado antes. Youichi, por su parte, alargaba una sonrisa más abierta en su rostro, con su cabello que caía hacía adelante, con un sonrojo vislumbrándose en sus mejillas.

Kazuya, atino que salían del baño, después de todo, esa era la única manera de ver a Kuramochi peinado hasta abajo.

— ¿También quieres ir a practicar, Miyuki-chan? —le pregunto Ryousuke, su cabello rosa se veía húmedo, aun así, estaba mucho más seco que el suyo; al igual que el de Kuramochi, quien parecía haber sido secado con tiempo.

sentimientos de confucionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora