Date.

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      ¿Haz querido o amado a alguien tanto como para dejarlo ir? Yo me aferro a la idea de nunca dejarlo, porque es mi amigo, mi mejor amigo en la vida y para mi mala suerte me enamoré de él, Liam. No entiendo cómo pasó, ni por qué, solo que con el correr de los días me daba cuenta de lo que provocaba en mi y me hacía sentir tan única cada vez que me miraba, miradas de amigos para él. Y yo deseaba que no fuera así, que se diera cuenta de lo mucho que quería que la situación cambiase.

Mi dilema, no querer perderle. Las razones eran obvias ¿quien quisiera perder a su mejor amigo por unos estúpidos sentimientos incontrolables? Nadie. La verdad ya ni sé cuánto tiempo llevo viviendo con este sentimiento, el corazón se me acelera cada vez que lo veo venir hacia mi y besa mi mejilla para saludarme o despedirse, o cuando le dan sus ataques de ternura y me abraza fuerte, me enloquecía y no se daba cuenta. Era asfixiante no poder respirar su aroma sin tener que decirle que me encantaba. De tener sus labios tan cerca y siquiera poder rozarles. Pero ahí estaba yo, siempre junto a él y más ahora...

Me había dicho que se quería juntar con una chica, pero a ella le daba vergüenza así que decidieron tener una cita doble y la gran idea fue llevarme sin la mínima idea de preguntarme, lo odie tanto cuando me lo hizo saber. Tenía que aguantar verlo coquetear con alguien más y para colmo, soportar a un tipo que no conocía ¿por que fui tan tonta en aceptar? Ah, claro, no tenía opción y menos cuando Liam me lo pedía con esos hermoso ojos mirándome como un cachorrito mojado, volviéndome completamente débil ante él.

Su idea fue esta: yo le ayudaría a verse bien para impresionar a la muchacha. En serio debía gustarle, pensé, estaba muy arreglado, hermoso, impecable, lucía tan guapo, la envidiaba tanto a ella desde ya, no perdió detalles y sólo sería una cita en un centro comercial. Y bueno Liam dijo que yo no debía desentonar así que luego de haber estado en su casa, ayudándolo a verse tan atractivo, como siempre lo era para mi con sólo sonreír, fuimos a mi casa para que él me dijera que debía ponerme. La idea me asustó, sabía que me haría vestir distintos conjuntos, jeans, poleras, vestidos de verano por la época y no perdería detalle con el calzado o el peinado. Así fue, se burlaba de mi desinteresada manera de lucir mi atuendo.

- Ese me gusta -parecía embobado, debía estar imaginado a su chica dentro de este vestido estallado con flores y no a mi, intenté sonreír, más no podía hacer- es hermoso, te ves hermosa. 

- No lo se -dudé observando mi reflejo en el espejo- no me siento yo. 

- pero eres tu -murmuró- una tú con un lindo vestido para la cita. 

- Ni me lo recuerdes -bufé tristemente- ¿cuánto falta? 

- Una hora y media, ya deberías estar lista -dijo parándose de un salto de mi cama. 

- Lo estoy, tonto -le mostré la lengua y se acercó a abrazarme por la cintura, podía sentir que me elevaba, como magia ¿por que tenía que ser así? 

- Liam, vayámonos ¿si? -logré decir cuando me soltó, no pide mirarlo a la cara, me sentía estúpida. 

- Lleva un suéter, creo que volveremos tarde -informó metiendo sus manos a los bolsillo de su pantalón. Fruncí el ceño molesta, definitivamente no sería un bonito día- prometo traerte de vuelta y dejarte a la entrada de tu casa, sana, salva y feliz. 

- Ya veremos -abrí la puerta del ropero y tomé un chaleco beige no muy abrigador pero lindo.

Sospechosamente llegamos media hora antes al lugar donde nos juntaríamos con el otro par. Me dolía el estómago, no sabía si por nervios o mi cabeza producía el dolor psicológico sólo para escapar de esto. Si, quería irme porque la imagen de verlo a él prestándole toda su atención a alguien más me era dolorosa, quizás la chica no merecería tener siquiera una cita con mi amigo, quizás ella no era para Liam, quizás lo único que a él le gustaba era su físico y si hoy hablaban cabía la posibilidad de que no le gustara tanto como pensaba y quizás debo dejar de hacerme la idea de que aquello pasará.

Date.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora