Dulces colmillos [ChenSung]

Dulces colmillos: Parte única

Los colmillos se clavaron en la tierna piel, hundiéndose lentamente y haciendo manar el elixir carmín. ChenLe jadeó levemente y se removió entre sus brazos, queriendo liberarse, pues el dolor le estaba entumeciendo los músculos y sentía que no sería capaz de aguantar mucho tiempo más.

JiSung rió contra el cuello del mayor, encantado con la sensación del pulso contrario latiendo cerca de él. El sabor era exquisito, una sangre dulce y suave.

-JiSung-ah, es suficiente. -Dijo ChenLe con voz entrecortada, el menor se separó a regañadientes, con los labios manchados de sangre, que se deslizaba en gotas por su barbilla y haciendo camino por toda la extensión de su cuello, perdiéndose entre la ropa negra que acentuaba su figura. Así se veía encantador, como un pequeño demonio que observaba a sus presas fijamente, con aquellos ojos rojos que podían penetrarle el alma.

-¿Me dejarás beber de tí más tarde, hyung? -ChenLe sabía que los honoríficos solo eran para convencerlo más rápido, para doblegar su voluntad fácilmente. JiSung también lo sabía, pues acariciaba la herida con sus dedos mientras su otra mano abrazaba la cintura del mayor. -Nadie es tan bueno como tú.

Y ahí estaba, cayendo otra vez ante la trampa manipuladora. No sabía sí era su voz, sus ojos, su encanto, o el conjunto de todas aquellas características que lo hacían débil ante JiSung.

-¡Chicos, es momento de ensayar! -Gritó el mánager en alguna parte del pasillo, ChenLe se apartó de JiSung y acomodó su ropa, intentando tapar la herida en su cuello, que pronto se pondría de color violeta, como las muchas otras que adornaban su piel.

JiSung se limpió la sangre ajena con la manga de su abrigo, barriendo todo rastro carmesí. Sonrió cuando ChenLe pasó a su lado, empujando su hombro de manera brusca e intentando no quejarse cuando el escozor de su hombro contra la tela le hizo tensarse.

-Tenga cuidado, ChenLe hyung, no vaya a volverse anemico.