City of heavelyn fire (Final alternativo)

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Fanfic de COHF.

Mis cabellos bailan junto con el viento helado de la mañana, mis mejillas y todo mi rostro se encontraba totalmente pálido a pesar del frío, no había rastros de pecas ni sonrojo, no había nada. Mis pies se vestían con unos pequeños zapatos de color miel y mi cuerpo iba cubierto de una delicada y suave tela blanca. 
Varios rostros se voltean al verme pero yo no observo a nadie, solo cuento mis pasos que repiquetean en el suelo, uno, dos, tres, y así sucesivamente, tuve que utilizar este método desde que había logrado levantar de la cama luego de dos días sin salir de las cálidas mantas. 
La noche anterior a que todo esto pasara, había sido un caos en Idris, demonios se paseaban por las calles como si fuera su propia casa, devorando y disfrutando de los gritos de dolor que se mezclaban con el ruido de los atroces truenos que golpeaban el cielo.
Al abrir los ojos en la mañana, tenía las esperanzas de que todo fuera un sueño, pero no. Al verme al espejo no pude reconocer lo que veía, un pómulo con tonos violetas, una gran herida en mi frente y una fina línea de sangre seca remarcaba todo mi costado izquierdo, entre mis cabellos había polvo y pequeñas hojas caídas de un árbol. Aun los sollozos de la gente resonaban en mi cabeza y caí de rodillas al suelo, acurrucándome en posición fetal. Lo había perdido, y esta vez era para siempre.
Trato de no romperme frente a todos los rostros desconocidos para mí, logro entrar a la ciudad silenciosa sin la ayuda de nadie y al instante ver como su cuerpo, sin vida, listo para seguir protegiendo la ciudad, me golpean muy fuerte. Me pego a una de las paredes frías del lugar tratando de buscar apoyo para no caer, las náuseas me inundan y las lágrimas en mis ojos amenazan con salir. Unos fuertes brazos me levantan del suelo, no recordaba cuando caí ni cuánto tiempo estuve en esa posición frente a todos. Al notar como todos me observan un poco de sonrojo se enciende en mis mejillas, rápidamente vuelvo la vista a la persona que me ayudo a levantar del suelo.
-Creí que necesitarías mi ayuda, por eso estoy aquí. – Murmuro Isabelle mientras me rodeaba con sus brazos y me acompañaba hacia la salida, claramente no podía estar allí. 
-Ten, bébelo. - Dijo mientras se sentaba a mi lado la chica de largo pelo negro y extendía hacia mí un vaso lleno de agua fresca. Cuando el fresco liquido paso por mi garganta, espere unos segundos para por fin hablar.
-Gracias Izzy- juego con mis dedos en el agua y luego nerviosamente agrego. 
-Sé que para ti también es difícil, no deberías estar cuidando de mí.-
Ella se acomodó el cabello en un alto moño un poco despeinado, note que esa era la manera en que ella hacía tiempo para buscar una respuesta buena.
- Escucha, yo también he perdido a gente a la que amo, pero eso no te justifica para que te hagas daño a ti misma, ¿sabes porque? -hizo una pequeña pausa viendo su expresión y sigue- porque eso no es lo que ellos querrían.
Al principio su respuesta no hizo mucho efecto para hacerme sentir mejor, pero al alzar mi mirada y observar cómo me miraba caí en la cuenta. Si hubiera estado parada lo más probable habría sido que cayera al suelo de la sorpresa. Tuve que esperar unos segundos para que mi voz saliera lo más normal posible.
-Lo .. sabes?- 
Ella se limita a asentir y luego me levanta del suelo.
-Tenemos que entrar, Clary. Pronto todo comenzara.- 
Me levanto y me quedo parada mirándola, entonces recuerdo el consejo que me dio Tessa hace unas horas.
“Una vez una gran amiga me dijo que si te es difícil hablar culpa de las lágrimas traviesas que intentan escapar, solo mira un lugar fijo, eso hará todo más fácil.”
Dejo mis verdes ojos fijos en los zapatos blancos de Isabelle y entonces rompo en llanto. 
-Nunca alcance a decírselo. No me lo perdonare jamás.- Murmuro entre lágrimas, sus brazos vuelven a rodearme y juntas entramos de nuevo al salón.
Cuando todos los presentes se alejan del lugar, tomo uno de los dos ramos de flores que había traído y me siento cerca de donde ahora sus cenizas se encontraban.
-Sé que ahora es muy tarde para remediar todo, pero si sé que tú nunca me abandonaras, estarás presente todo el tiempo por el resto de mi vida, gracias por enseñarme a ser lo que soy ahora y sobre todo, gracias por dejarme ser tu hija, no sé si fui buena en tal papel pero quiero decirte que tú fuiste una excelente madre. – Las lágrimas recorrían mis mejillas pero ya no me importaba, sabia o mejor dicho quería que ella me escuchara. –Sé que debía haberte cuidado, y también soy consciente de todos los errores que he cometido, cada uno de ellos me han dejado una lección importante en la vida, todos nos sacrificamos por quien amamos.- Mis manos se dirigen hacia mi vientre pero la aclaración de la garganta de alguien hace que me levante dejando las flores en el lugar donde antes estaba sentada.
-Supongo que ahora lo sabe, la quiero demasiado y habría sido una excelente abuela.- Sin nada más que decir salimos con la hija de los lightwood del lugar.
Me llamo Clarissa Morgenstern Fairchild, hoy tengo 20 años, perdí a mi madre, a mi padre, a mi padre adoptivo, y a mi mejor amigo, no pude creerlo cuando Raphael me dio la noticia, él se veía muy angustiado pero una pizca de diversión se encontraba en su mirada, en cambio yo moría por dentro, ya no podría jugar vídeos juegos con él, no podría protegerlo de todo el mal que hay en el mundo, y ya no podría abrazarlo mientras él me consuela diciéndome que todo va a estar bien. Las cosas fueron muy difíciles luego de la gran batalla que estremeció a todo el mundo, no solo muchos amigos y familiares murieron si no que también parte de nosotros murió con ellos, un claro ejemplo de todo esto es Alec, la perdida de Magnus de una manera terrible lo llevo a la locura y una mañana desperté culpa de los gritos de Jace, el pedía ayuda mientras que intentaba colocarse ropa limpia y salir del dormitorio, no entendía que sucedía hasta que note una mancha de sangre entre las blancas sabanas y una runa en su cuerpo iba dejando de ser plateada. Trate de calmarlo pero sabía que el dolor en su cuerpo y el dolor en su corazón silenciaban todas las palabras que salieran de mi boca, el niño que nunca más lloro lo estaba haciendo y eso a mí me partió el corazón. Hoy, luego de varios meses de solo estar viva, digo “solo” porque no estaba viviendo, logre tomar un nuevo cuaderno y aquí me encuentro, escribiendo mis más profundas tristezas, miedos y sobre todo recuerdos, recuerdos para no olvidar a ningún alma perdida.
*Unas semanas después*
Era la primera vez que veía a Jace sonreír y que la sonrisa alcanzaba sus ojos, en sus brazos sostenía al pequeño recién nacido mientras lo acunaba para que dejara de llorar, se acerca a mí y deposita un suave beso en mi frente húmeda por el sudor del parto. 
-Lo hiciste muy bien, ángel.- Murmura y luego agrega mirándome a los ojos –Gracias.- Sonrío mientras observo a mi hijo y a mi prometido, el pequeño bebe tenia enormes ojos dorados como el padre y cabellos tan rubios que fácilmente podrían ser blancos. Una horrible visión pasa por delante de mis ojos, una nueva runa, quemando mis parpados me hace caer en un profundo sueño. Al despertar, Jace estaba dormido en el sofá de la habitación, gracias a Raziel había conseguido que me dejara tener a nuestro hijo en un hospital con doctores y no con los hermanos silenciosos, ellos me seguían aterrando. Al sentarme un pequeño gemido sale de mis labios y en seguida Jace está a mi lado.
-¿Estas bien, Clary?- murmura bajo por el bebe que dormía en su cuna y quita de mi frente un mechón de cabello rojizo. 
-Estoy bien, sabes que tenemos que ponerle un nombre, ¿Verdad? -Digo mientras sonrío observando al bebe-
-Mmm pues es un bebe muy apuesto como el padre, ¿Qué tal Jace Junior?, es el nombre perfecto para tan magnifico niño-
-Jace, no le pondremos Jace junior al bebe, definitivamente no lo haremos. 
Sus ojos pasan del niño a mí y luego en voz baja y ya sin juego alguno murmura mientras sus dedos acarician mis nudillos.
-Ángel, ¿podemos llamar al niño, Alexander?-
Ver sus ojos y recordar todo lo que habíamos pasado juntos, hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas pero por supuesto que asiento ante la petición.
-Me gusta el nombre, es perfecto para él bebe.. Alec, seguro será tan valiente como su tío.-
Jace me abraza con cuidado y luego se aleja preocupado.
-¿Qué sucede?- Pregunto mirándolo.
-Clary, sabes que no puedo estar mucho tiempo aquí, no ahora, pero solo quiero decirte que siempre que me necesites estaré a tu lado y al lado de Alec, mas con Jonathan desaparecido. Pero no debes olvidar el pacto que has hecho con Raziel mediante esa extraña runa. No puedo estar en tierra más de dos meses sin volver..
-Pero Jace, tú debes estar aquí, no puedes dejarme sola! - Oh no, las lágrimas van a salir, no debes gritar Clary él bebe duerme. –Jace, tú una vez me dijiste que me necesitabas, pues ahora yo te necesito-
El me rodea con sus brazos, besa suave y lentamente mis labios, pero al instante siento mis ojos pesados, no entendía que sucedía pero el resultado de todo esto es que caigo dormida entre su cuerpo y la cama del hospital. Al abrir nuevamente los ojos Jace no estaba pero Alec desde su cuna lloraba sin consuelo alguno, por lo tanto gracias a que su cuna se encuentra muy cerca de mí, lo cargo y lo acuno entre mis brazos, juego con sus rubios cabellos y acaricio sus mejillas llenas de pálidas pecas.
-Te contare un secreto- murmuro en tono muy bajo mirando a mi hijo el cual devuelve la mirada curioso. –Yo también he visto un ángel.-

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2014 ⏰

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