Capítulo I. El Amor Entre Omegas

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Naruto Uzumaki abrió la puerta de su casa con lentitud, como si no tuviera ni ánimo ni fuerza para moverla, en realidad estaba extenuado totalmente tanto física como mentalmente, a causa del esfuerzo que tuvo que invertir en su nueva rutina en el gimnasio.

—¡Ya estoy en casa!—saludó como habitualmente lo hacía, solo que con una voz tan débil y apagada, que supuso que seguro ni los muebles lo escucharon.
Sentía el estómago dolorido como si un balón de fútbol lo hubiera golpeado con fuerza.

—Creo que me sobrepase con los abdominales'tteba—lamentó sobándose la barriga con cuidado, temía que si hacía movimientos muy bruscos, el músculo se resentiría más.

—¡Bienvenido, cariño!—contestó una voz femenina desde el interior de la casa. Enseguida entró a escena una mujer de hermosa cabellera roja, con el propósito de recibir al recién llegado.—No te sobrepasaste en el gimnasio ¿verdad?—cuestionó con cierto tono curioso pues presenciar la manera en que el rubio masajeaba su panza indicaba que eso había pasado.

Naruto, que ya se encontraba sentado en el piso del recibidor quitándose los tenis, dio un respingo ante la pregunta, estaba consciente sobre la opinión de su madre acerca de excederse en el ejercicio, ya que no traía nada bueno.

—No...co—como crees mamá...—balbuceó brevemente, los nervios por ser descubierto se estaban apoderando de él. Por su salud física y mental, estipuló aparentar seguridad, así que llenándose de valor, trago saliva, y agregó:—...si así fuera vendría arrastrando los pies.

—Ehh~ ya veo—comentó con voz cantarina como si hubiera creído la obvia mentira—Más tarde le llamaré a Mikoto para saber en que estado llegó Sasuke-kun a casa. Y esperaré que me diga: "Kushina, Sasuke vino a casa cansado como de costumbr"—proclamó, evaluando la reacción de su vástago.

—¡Esta bien, puede que me haya extralimitado un poco!—convino de prisa, volteó a ver a su madre por fin, sobándose la nuca avergonzado mientras dibujaba una sonrisa nerviosa, en consecuencia de haber sido atrapado en el acto.—Pero, ¡Todo fue culpa de Sasuke! No le basta con ser don perfecto en la escuela y ser el Omega de la discordia entre los Alfas, también debe destacar en el gimnasio, ¡Ahh, como me molesta que esto pase dattebayo!—aseveró exaltado.

—¡Lo sabía, dattebane! No puedes engañarme, jovencito—señaló con su dedo acusador y con una voz que parecía cantar victoria.—Pasemos a la sala para que me cuentes qué pasó exactamente con Sasuke-kun esta vez.—invitó amablemente, pasándole el brazo por el cuello a su hijo, en un gesto por demás maternal, indicándole con esto que había perdonado su mentira inicial. No le gustaban los embustes pero había sido uno pequeño, ella también soltó algunos en su juventud con el propósito de salir bien librada de sus padres, así que se justificaba la falta.

Madre e hijo se dirigieron por el pasillo con rumbo al aposento mencionado.

Estaba al corriente del espíritu competitivo de Naruto, y más si Sasuke Uchiha estaba involucrado, seguramente había ocurrido algo en el gimnasio que propició que su hijo se pusiera en modo rival.

En cuanto estuvieron en el salón, cada uno ocupó asiento en la sala, en sillones distintos, ubicándose uno frente al otro, una vez acomodados, continuaron con su charla.

—Sasuke decidió incrementar la intensidad de su rutina de ejercicio en el gimnasio, con la finalidad tonificar todavía más los músculos—informó Naruto— No me iba a quedar con los brazos cruzados así que le pedí a Gai—sensei que me diera una programa físico similar, pero creo que exageró.

—Conociendo como se lleva tu instructor con Kakashi—sensei, te pones a solicitarle eso y ahí vas tú a ejecutar esa loca rutina sin protestar.—resaltó, exhibiendo la imprudencia y la falta de carácter de Naruto a la hora de oponerse a la voluntad de Gai—sensei.

Tu Hijo Me Ha Pateado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora