Capitulo II. Tu Hijo Me Ha Pateado

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Sasuke avanzó por el pasillo, de regreso a su habitación, refunfuñando levemente e intentando tranquilizarse.

Y es que su padre, Fugaku Uchiha, un alfa dominante, no le hizo mucha gracia que le pidiera las llaves del auto para salir a pasear. Y más cuando descubrió que se había puesto perfume de Alfa, era Muuu perceptible ese aroma proveniente de su ropa.

El rostro del patriarca Uchiha marcado por la edad, cuya expresión llena de molestia y enfado que hizo cuando escuchó la petición lo dijeron todo. Transmitían el mensaje no verbal: "¿De nuevo saldrás con el novio en el coche? ¿No pueden irse caminando?".

No es que no confiara en su hijo, más bien no confiaba en nadie y más si eran su auto el involucrado, podrían arruinar la carrocería o peor aún usarlo para otros fines distintos.

Pese a que Sasuke y Naruto pertenecieran al género Omega, Fugaku no era ningún idiota, su hijo menor ya era sexualmente activo, culpaba a ese perfume del Alfa que, aunque había ayudado a disminuír el número de acosos por parte de pervertido, traía como efecto secundario encender el líbido entre Omegas.

Adicionalmente, a pesar de que la probabilidad de traer un bebé al mundo rozaba casi en lo nulo, cuando se daba el sexo entre Omegas. El padre Alfa sabía que a veces la fortuna te sonreía con maldad y te mandaba lo imposible como regalo.

Así que como hombre y cabeza de la familia, Fugaku le advirtió a Sasuke que fuera cuidadoso al conducir, y con sus decisiones.

Como padres: Mikoto y él, podrían perdonarle que por un descuido se produjera un embarazo no planeado, pero no por eso le daban carta blanca para ser negligente.

Luego de semejantes palabras, por fin el padre de Sasuke le soltó las llaves del automóvil.

Ese fue el motivo de que el mal humor se estacionara en Sasuke otra vez. Le daba la impresión que hoy era el día de hacerlo enfadar. Al menos ya podría largarse con su novio al exterior.

El Uchiha no tardó en regresar a su propio cuarto, con las llaves del vehículo en la palma de su mano.

—Naruto, podemos irnos...

No completo la frase ya que encontró a su novio, acostado boca abajo, en una posición sensual, mientras exhibía aquellos objetos que había escondido debajo de los cojines.

—Vaya Sasuke-teme, parece que seriamente consideraste convencerme para quedarnos en casa y ver Netflix—incriminó con picardía y cierta mirada insinuante, enseñando con descaro la evidencia.

A Sasuke le tembló una de sus cejas, permaneciendo aturdido por unos segundos ante la estampa que se manifestaba ante sus ojos. Posteriormente se llevó la mano a la cara como si estuviera frustrado o abochornado por la racha que traía este día ¿Estaba bromeando el destino con él? Primero Itachi, luego su padre y ahora Naruto hallando los condones. Se maldijo a si mismo por no haberlos escondido en el tocador.

Se repitió que esto no podía empeorar, en cuanto saliera a su cita, todo mejoraría. Verían alguna película buena, cenaran algo rico, seguro abría un "postre especial" como una sesión de besos apasionados en el automóvil a modo de despedida, por ejemplo.

—No fue idea mía, ni siquiera yo los compre—se defendió de inmediato, recuperando su compostura en tiempo récord, no había razones para avergonzarse, sólo se sorprendió un poco de que el Uzumaki encontrará dichas cajas.

—Ya se me hacía raro que sugirieras que emplearamos anticonceptivos de barrera, es casi innecesario en nuestro caso si me lo preguntas—denotó, con su tono de voz normal, sospechaba que esto no era obra de su novio, pues las píldoras hacían un excelente trabajo más que un condón, por lo cual no era primordial.

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