CAPÍTULO I
ADICTA A TILa observo reír mientras sus ojos brillan como dos hermosas estrellas al borde de una inminente explosión; sus manos toman mi rostro y posa sus labios sobre los míos en un desesperado beso, me quedo helada, pero eso no me impide moverlos al compás de la sinfonía estruendosa y caótica que sus labios y los míos parecen tocar.
Y así como inició, terminó.
Ella se aleja, me muestra una sonrisa lujuriosa y divertida que hace que mi corazón se acelere emocionado. Siento uno de sus dedos dibujar la comisura de mis labios de forma lenta y tortuosa, aprieto la mandíbula, un insistente picor me hace cerrar los puños en un intento de controlarme.
—Aún me amas.
Mi corazón se detiene un momento y ella sonríe triunfante, totalmente satisfecha y con el ego hasta el punto más alto. Tomo su mano y la alejo de mi rostro, su contacto despierta esas sensaciones prohibidas que me había jurado no sentir más.
—No es verdad —digo con frialdad.
Ella niega, su sonrisa en ningún momento se borrar de su rostro, y toma con su mano libre una de mis manos. El aire se escapa de mis pulmones y el tiempo parece detenerse cuando posa mi mano en su pecho, justo donde se hallaba su corazón.
Un corazón que latía tan frenético como el mío.
—Sabemos que estás mintiendo —dice con voz ronca y sensual—. Ambas sabemos que estás tan perdidamente enamorada de mí que no te importaría herirla si yo te lo pidiera.
Cierro los ojos con fuerza sintiendo como todas mis emociones empiezan a colapsar, mi propio juicio y cordura parecen haberse perdido en algún lugar de mi ser mientras que mi deseo y ansias de aquel fruto prohibido comenzaban a resurgir de las profundidades.
—No podría herirla —murmuro en un deje de raciocinio—, la amo demasiado...
Mis vellos se ponen de punta al sentirla pegada a mí, con su nariz en la piel electrizada de mi cuello y con su aliento chocando con este haciéndome perder la sensación en mis piernas.
—Pero me amas más a mí. —El tono ególatra que ocupa me hace enfadar—. Ambas sabemos que yo soy primero, siempre lo he sido y siempre lo seré.
Pongo mis manos en sus hombros y la empujo, mi cerebro vuelve a conectarse y mis deseos carnales gritan en lamento.
—No es así.
Mi determinación hace flanquear su sonrisa, sin embargo, la borra totalmente para cruzase de brazos y mirarme fijamente con una de su bien depilada ceja arqueada.
—¿No? —cuestiona y suelta una sonora carcajada—. Entonces, dime, ¿qué haces aquí? ¿qué haces en mi departamento a los dos de la mañana tras una llamada mía pidiendo verte?
Me quedo en silencio. No tengo palabras para contestar aquello porque, siendo sincera, ni yo sabía qué hacía en aquel lugar que juré no volver.
—¿Lo ves? —la sonrisa triunfante vuelve a ella—. Aún me amas y sabes que jamás podrás negarte a mis peticiones. Nunca podrás negarte a mí, ¡no lo harás porque estás perdidamente enamorada de mí!
La miro regocijarse ante su declaración; debería sentirme patética o herida, ¡hasta molesta! Pero no siento nada de eso. Sé que todo aquello es verdad, sé lo que ella busca con gritar a los cuatro vientos la maldita verdad, lo sé muy bien.
Y también sé que ya lo ha conseguido.
—Eres tan... ¡tan malditamente despreciable! —grito entre dientes, totalmente perdida nuevamente en aquel circulo vicioso—. Debería detestarte, debería odiarte, pero... —Me acerco con rapidez a ella y la aprisiono en mis brazos, tomo con fuerza su hermosa melena azabache y la tiro obligándola a levantar el rostro—. Pero tienes razón. Sin importar que haga siempre regreso a ti, a mi droga, a mi adicción más grande de la cual no quiero curarme.
Su sonrisa se ensancha ante mi declaración.
—Te tardaste en admitirlo, my love —contesta llevando una de sus manos a mi mejilla, sus ojos me miran con fascinación y ansias—. Tú eres mía, sin importar que ahora ella esté en tu vida, siempre serás sólo mía.
Y vaya que lo sabía muy bien. Estaba muy arruinada si estaba totalmente consciente de ello y aun así lo consentía, pero aquello simplemente no me importaba en lo más mínimo.
Era una adicta.
Y ella era mi droga.
Sin importar que hiciera siempre estaría a su merced, siempre volvería a ella en busca de más, de volver a sentir sus besos, de volver a probar su sabor y disfrutar del placer que experimentaba con su piel. Era adicta a todo de ella. Estaba perdidamente rendida a sus pies.
Lo siento, Sunmi, pero esta noche soy de Irene.
Feliz San Valentín atrasado?
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ADICTA A TI
Fanfiction"Sin importa que haga siempre regreso a ti, a mi droga, a mi adicción más grande de la cual no quiero curarme" ¶One-shot Seulrene. ¶No adaptaciones sin consentimiento. ¶Historia totalmente original. ¶No al plagio.