Diario de una Desgraciada

2. Cambio de vida

Hola, mis queridas ardillitas. Quería primero que nada disculparme, no hubiera actualización. Pero no os preocupéis: hoy habrá actualización. Este es el segundo capitulo del libro, de modo que espero que os guste. ¿Que le pasara a la pobre Marina? no te lo pierdas.

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Después de varias horas en el hospital, el médico le dio la mala noticia a mi madre: hicieron todo lo posible, pero no le pudieron salvar la vida. Mi madre estaba desconsolada, pues a pesar que era una mujer independiente, no sabía estar sin un hombre al lado, porque había sufrido mucho con el tema del cariño familiar y a pesar de tener una hija que la quisiera mucho y le diera mucho cariño, ella quería tener un hombre a su lado.

A mí no me importaba tener a alguien a mi lado, salvo a Seven; él sí que me animaba y siempre estaba conmigo, sin embargo mi madre estaba sola. Después de preparar todo el tema del entierro, de haberlo despedido en el cementerio y darle nuestro último adiós, nos fuimos a casa a descansar, pues habíamos tenido mucho trabajo en cuanto a organizar el entierro, y en buscar la lápida adecuada para mi padre.

Me tumbe en la cama, y Seven se tumbó conmigo mientras que mi madre se tumbó en su cama, llorando como una magdalena al recordar y sentir aun la presencia de mi padre; mientras yo estaba en mi habitación, también llorando sosteniendo una foto que tenía con mi padre. Seven no se iba de mi lado y yo tenía miedo de que mi madre quisiera verme, por si le molestaba o algo. No quería que mi madre sufriera, pero también sabía que ella necesitaba un hombre a su lado.

Habían pasado varias semanas desde el entierro de mi padre y aunque estaba todo muy reciente y nos dijeran que volveríamos a la normalidad; ya nada fue igual, todo cambio. Seven se dio cuenta de que aquella vida que había vivido con nosotros y nuestra felicidad, ya no iba a volver. Mama siempre estaba muy alterada y con cada cosa que hacíamos Seven o yo mal, se enfadaba mucho. También llamo a la asistenta social, para cancelar los trámites que habían iniciado cuando estaba mi padre pues ya no quería ser madre de ningún niño, porque no sabría cómo cuidarlo, criarlo o darle amor. Con la perdida de mi padre, mama se volvió muy inestable y muy gruñona. Más de una vez le habían llamado la atención en su trabajo y aunque comprendían perfectamente la situación, no podían levantarle la mano a mi madre cada vez que hacia algo mal.

Más de una ocasión, tuve que sacar a mama de los bares porque estaba muy sobria, y más de una ocasión tenía que pagar sus excesivas bebidas. Por su incontrolable situación, echaron del trabajo a mama y desgraciadamente, a temprana edad tuve que ponerme a trabajar en cualquier cafetería o bar, para poder pagar los gastos que mi madre no hacia; pues en lo único que pensaba era en lo muy sola que estaba, sin pensar en mí. Mi madre me dijo que no quería ver a Seven en casa, y más de una vez me amenazo con echarlo a la calle, pero yo hice lo posible por esconderlo en mi habitación y cuando mi madre estaba en la habitación durmiendo la borrachera, lo sacaba a pasear. Mi vida había cambiado por completo y de forma tan radical que tuve que plantearme seriamente si era lo que quería: estar así y soportar las discusiones que tenía con mi madre. Ella solamente quería beber, y olvidar; olvidar que era viuda y que mi padre no estaba. Había llamado a un psicólogo para intentar hablar con mi madre y que le hiciera sacar todo el dolor que tenía dentro y aunque yo trabajaba muy duramente para mantener a mi madre, ella solamente pensaba en la bebida.

Creí que me quedaría sola, porque en más de una ocasión mi madre había perdido el conocimiento de la excesiva bebida que ingería y me dolía muchísimo pensar que me quedaría huérfana, pues a pesar de lo que mi madre hiciera y se comportara, seguía siendo mi madre y la quería mucho. Se había enganchado a fumar y a beber y más de una vez no regresaba a casa hasta altas horas de la madrugada. Yo no podía con esa situación, pero aun así, lo acepte, porque no me quedaba más remedio.