Capítulo 7

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Los gemelos Kim se embriagaban con mucha facilidad. Por esta ocasión, Sol-gi fue la víctima de su propio descuido. Moon no bebió tanto, aquella noche prefirió el agua fría tras no querer terminar igual que su hermana. Yo tenía una mayor tolerancia, por eso no me ocurrió mucho —salvo ligeros mareos— pese a beber casi la misma cantidad de botellas.

De todos modos, Sol no fue problemática al principio, sino divertida. Así era ella desde que la conocía, siempre con ese alter ego de ebria que llamaba positivamente la atención, avivando la fiesta. Vino a mi apartamento a distraerse con un viejo amigo y su hermano creyendo que todo fluiría de la misma forma que en el pasado, pero se decepcionó.

Moon y yo, pese a haber conversado muy por la superficie, seguíamos siendo distantes y fríos con el otro. Además, también nos sentíamos incómodos por casi todo lo que Sol-gi decía. Habló de la preparatoria, de lo bonita que le pareció dicha etapa y lo contenta que le puso ver a su hermano feliz... conmigo.

Fue en ese momento cuando los dos supimos que se encontraba terriblemente fuera de sí. Él, sin pensarlo dos veces, cubrió la boca de su hermana para que dejase de decir estupideces. Sol se retorció de un lado a otro en busca de liberación. Pellizcó los brazos de su gemelo para que la soltase, trató de gritar también.

Parecía un intento de secuestro, aunque bastante cómico. Moon lució desesperado por hacerla callar, incluso se lo dijo muchas veces. En ningún momento le pidió amablemente que se calmara, por ese motivo, yo intervine rezando para que la amabilidad funcionara en ella.

Aunque se lo tuve que repetir unas cuantas veces por encima de sus pataleos y chillidos, terminó por escucharme. Con la mano sobre la de su hermano que le cubría la boca, se quedó quieta, abrió los ojos y me miró directamente en busca de compasión.

Yo sonreí con amplitud, le repetí las mismas frases lindas. Volvimos a la calma habitual en pocos segundos, aunque no pudimos impedir que hablase de las cosas vergonzosas que todos los presentes queríamos enterrar muy por debajo de la tierra.

—Yo soy la divertida —Subió ambas piernas a la silla en estilo flor de loto antes de señalarse a sí misma y a los demás con una orgullosa sonrisa—, tú eres el llorón y Moon-jae es el caliente.

Se refería a nosotros como ebrios, aunque solo una vez nos vio así. Fue durante una fiesta en casa de un chico que no conocía; aquella era una larga historia. En resumidas cuentas, las drogas de Jonah y el alcohol me hicieron recordar el incidente de las cámaras del instituto. Tuve miedo de que mis padres pudieran ver los videos algún día y por eso lloré, aun cuando el director confirmó que solo trató de asustarnos.

A Sol-gi eso le provocó bastante gracia. La mitad de la fiesta estuvo burlándose de mí. Y Moon, por su parte, insistió en hacerme sentir mejor. Lo consiguió con facilidad, obviamente. Y esa también era toda una historia.

Por los próximos minutos escuchamos a Sol-gi decir lo primero que se le vino a la mente. Permanecimos callados para no avivar el fuego que nos quemó en alguna parte de nuestros adentros. Habló de sus viejas amigas, de lo mucho que quería a su hermano. Lo estuvo rodeando por el cuello con un tanto de agresividad, apoyando la cabeza en su hombro. Moon parecía desear que todo terminase lo más pronto posible.

Incluso habló de mí. Y todas sus frases fueron dichas mientras me observaba directo a los ojos. Sol me extrañó durante todo ese tiempo que estudió la universidad en Corea.

—Incluso quería que mi esposo fuera como tú —confesó, tratando de esquivar la mano de su hermano que trataba de arrebatarle la botella que sostenía—. Pero no lo conseguí. Terminé con un imbécil.

Sol-gi no cumplía ni un año de casada, pero parecía odiar su nueva vida más de lo que yo podría esperar. Se quejó de su familia, de lo molesto que le resultó casarse joven y tener hijos para no ser una "mujer sobrante". Aunque consiguió complacer a sus progenitores más que Moon, no se sentía plenamente feliz ni poseía la vida que de adolescente soñó.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora