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—Mierda —maldijo Niall, tomándose la cabeza— no debí haber bebido tanto anoche, solo recuerdo haber besado a una chica.

—De hecho, no era una chica —dijo Anwar—. Era un hombre... y era yo.

Niall lo miró con un rostro horrorizado y Anwar se echó a reír, arrojándose a la cama junto a Niall.

—No es gracioso.

—Pensé que "eras irlandés y tu hígado podía aguantar incluso hasta alcohol etílico" —se mofó el moreno.

—Cierra la boca.

—Estabas tan mal, que le dijiste a Harry que los pechos eran como los gatitos; suaves y divertidos para jugar. —Anwar comenzó a carcajear sonoramente, limpiando las lágrimas que se desbordaban por las esquinas de sus ojos.

—Dios mío, bebí tanto vodka que creo que ahora hablo ruso.

—Da —asintió.

—Deja de reírte.

Con el rostro rojo y el cabello enmarañado, Niall salió de las mantas y comenzó a patear la espalda del risueño alfa tantas veces, hasta que logró hacerlo caer al suelo con un sonido sordo. Fue entonces que las risas se detuvieron abruptamente.

—¿Anwar? —dijo Niall desde arriba, asomando su cabeza por el borde de la cama— ¿estás bien?

Pero su corazón se detuvo en su pecho cuando sobre la madera, Anwar yacía acostado sobre su estómago, con rasguños por toda su piel pálida y fría, y un creciente charco de espesa sangre debajo.

—¡Anwar! —chilló el beta, bajándose de la cama de un salto, resbalando con la sangre en el suelo.

Tomó el cuerpo del alfa entre sus brazos y le dio la vuelta, solo para encontrar sus ojos abiertos y quietos, y su rostro casi amarillento. Repeinó su cabello negro hacia atrás y apoyó su frente contra la de Anwar, lloriqueando.

—Por favor, no hagas esto otra vez. Anwar, despierta.

Su marca comenzaba a arder sobre su muñeca, quemándole hasta el hueso, y no se detuvo hasta que el color carmesí se volvió negro como el carbón.

—¡Anwar!

—Niall. —Niall se apartó, con el corazón martilleándole el pecho. Sus ojos rondaron sobre el rostro de Anwar, pero anda había cambiado. Sus ojos seguían vacíos y sin vida— ¡Niall, despierta!

—¿Anwar?

—¡Niall!

Entonces todo se sumió en fria oscuridad. Abrió los ojos y frente a él, estaba Harry, con su ceño fruncido y sus ojos verdes inundados en preocupación. Sus rasposas y grandes manos lo sostenían por los hombros, mientras sus pesados muslos flanqueaban su cintura, sentado en su abdomen.

—¿Harry? —preguntó, con el hilo de voz que le quedaba.

—¿Estás bien?

—A-Anwar. —Su voz se quebró y sus ojos comenzaron a picar, antes que la mirada de Harry se suavizara de inmediato.

—Lo sé, lo vi.

Sin nada más que decir, rodeó los hombros del beta en un apretado abrazo, sumergiendo el lloroso y enrojecido rostro de Niall en su pecho. Acarició su cabello desordenado mientras lo arrullaba en la cama, esperando que se calmase.

Habían pasado cuatro meses y las pesadillas de Niall no parecían querer desaparecer. Casi todas las noches despertaba con la respiración agitada o llorando, y Harry no sabía que más hacer para tranquilizarlo.

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